Desde mi encuentro con Rayco (y su móvil) no había tenido una tarde tan entretenida en el aeropuerto. En la cola para pasar el control de seguridad tenía detrás de mi a un grupo de tres mujeres, jóvenes, que no paraban de hablar, más bien de gritar. Una de ellas, la que parecía la líder del grupo, dijo: "joder tía!, esto parece la cola para comer en la cárcel!". Pero, por si alguien del entorno no lo había oído, repitió tan esclarecedora frasecita de nuevo.
Una vez pasado el control y observar cómo la segurita de turno miraba a estas mozas como si se trataran de delincuentes, no se me ocurre la razón, la susodicha volvió a hablar para decir esta vez: "¡joder tía, cojo a la tía esa y la reviento! Menos mal que tan dechado de elocuencia no debió llegar a oidos de nadie más.
Un rato en la sala de embarque y a Tenerife en un vuelo cómodo y con poco pasaje, donde la mitad del avión estaba lleno de tripulaciones de otras compañías, entre auxiliares, comandantes, almirantes y contralmirantes, a razón de las muchas barras doradas sobre los hombros.
Ofrecimiento de chocolate, agua, caramelos, bandejas arriba, cinturones, aterrizaje y el capitán al habla: Señoras y señores bienvenidos a la bella isla de Tenerife. Gracias por volar con nosotros y no olviden ser felices.
Este fue mi primer vuelo Gran Canaria-Tenerife con un piloto poeta.
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