jueves, 26 de noviembre de 2009

LA VUELTA AL MUNDO EN 80 DÍAS


Estar confinado en casa por la dichosa gripe abecedaria me da pie a emplear el tiempo en cosas como la que hago ahora, disfrutar de las 4 horas que dura la película "La vuelta al mundo en 80 días". El libro se publicó en 1872 y en él Julio Verne, como es sabido, desafiaba a un grupo de caballeros estirados ingleses en realizar el viaje en 80 días y preveía que, con los adelantos de la ciencia, se podría dar en 80 horas. Teniendo en cuenta que ahora se tardan unas 66 horas en realizar el viaje, sin descontar el tiempo de escala en los aeropuertos, creo que el escritor se asombraría si pudiera levantar la cabeza. El libro es estupendo, de esos que debe leer uno cuando empieza a descubrir el placer de la lectura, aunque la película hay que disfrutarla sin ser demasiado estricto con sus imágenes o sus tópicos. Por ejemplo, cuando llegan a España volando en globo, lo hacen a un poblado de arquitectura imposible, donde todo el mundo está vestido de pseudo andaluz, felices, cantando y bailando. Al día siguiente van a una corrida de toros, como no podría ser menos, rodada en la plaza mayor de Chinchón a modo de plaza de toros, con Luis Miguel Dominguín toreando junto al propio Cantinflas. Luego, en La India, Cantinflas vuelve a hacer un amago de toreo pero esta vez con una vaca sagrada y música de pasodoble. Los exteriores son impecable pero los decorados... bueno, eran de otra época. No se puede ver el cine de los años 50 con la mentalidad del año 2000, donde la informática ha convertido lo imposible en posible, no habiendo forma de descubrir qué es real y qué es falso. Habiendo varias películas sobre el libro, más actuales, con más medios y mejor hechas, ésta sigue teniendo el encanto de las "pelis de antes", estupenda para los amantes de los viajes, del cine clásico y, por qué no, de la literatura.
NOTA: En España se le cambió el nombre al personaje de Cantiflas, Passpartout, que aquí se llamó Picaporte, por esa inconcebible manía española de antes de cambiarle el nombre a todo. David Niven pudo conservar su nombre como Phileas Fogg. En los dibujos animados de hace años los personajes fueron Willy Fog y Rigodón.

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