lunes, 29 de octubre de 2018
ROARK
Todo arquitecto que se precie debería entrar en una casa de Palladio y ver "El Manantial" (o leer el libro de Ayn Rand, por supuesto), con eso ya está medio camino andado. No, a ver, ahora en serio. Lo de Palladio lo digo porque ya he contado en alguna ocasión que tuve la oportunidad de almorzar en Villa Foscari, al norte de Venecia, desde donde fuimos navegando, una de las casas de Palladio digna de admiración. El libro "The Fountainhead", en español "El Manantial", una estupenda novela donde el protagonista, un arquitecto, se convierte en adalid contra los convencionalismos y los prejuicios de la época. Voy a verla esta noche.
Wikipedia: El manantial (The Fountainhead) es una novela de 1943 escrita por Ayn Rand, verdadero nombre: Alisa Zinovnievna Rosenbaum, rusa. Este fue uno de los mayores éxitos literarios de Rand, que, junto con La rebelión de Atlas, le trajo fama y el éxito financiero. Se ha vendido más de 6,5 millones de copias en todo el mundo.
El protagonista de la novela, Howard Roark, es un joven arquitecto que decide luchar solo contra los convencionalismo sociales, las ideas preconcebidas, los prejuicios, y las mentes pusilánimes, en lugar de comprometer su visión artística y personal. El libro sigue su batalla para practicar lo que el público ve como la arquitectura moderna y racional, en un establishment centrado en la adoración de la tradición y la falta de originalidad. El cómo otros personajes se refieren a Roark en la novela revela diversos tipos de arquetipos del carácter humano, todos los cuales son variaciones entre Roark, el hombre ideal, de espíritu único, independiente e íntegro, y lo que la autora describe como "second-handers" (subordinados); personas mediocres cuyo objetivo es lograr el "éxito" aunque tengan que traicionarse a sí mismos y a sus principios y a las personas que aman y valoran, persiguiendo a todas aquellas personas que se alzan en contra de la mediocridad para mostrar su originalidad. Las complejas relaciones entre Roark y los diferentes tipos de personas que ayudan u obstaculizan su progreso, o ambas cosas, permiten que la novela sea a la vez un drama romántico y una obra filosófica. Roark es la encarnación de Rand del espíritu humano, y su lucha representa el triunfo del individualismo y la integridad personal sobre el tradicionalismo y la falta de principios sólidos.
Pese a las variadas críticas de los medios de comunicación contemporáneos, tuvo tal impacto al publicarse que congregó al primer grupo de seguidores alrededor de Ayn Rand (Leonard Peikoff, Nathaniel Branden...). Estas personas se sintieron tan inspiradas por el libro que quisieron conocer a su autora. Este grupo se autodenominó, humorísticamente, "Clase del 43", en referencia al año de publicación del libro, y como distinción con respecto al grupo mucho más numeroso de personas atraídas al movimiento objetivista con posterioridad, especialmente las atraídas tras la publicación en 1957 de La rebelión de Atlas.
El título del libro es una referencia a una cita de la autora: "El ego del hombre es el manantial del progreso humano." Además de dedicarlo a su marido, Frank O'Connor, Ayn Rand también se lo dedicó a "la noble profesión de la arquitectura", escogiendo la arquitectura por la analogía que ofrecía con sus ideas: La supremacía del ego y la visión personal que cada artista cristaliza y plasma en sus obras, como virtudes.
La novela fue llevada al cine en 1949. Rand escribió el guion y Gary Cooper interpretó a Roark.
domingo, 28 de octubre de 2018
EUROPA
Por una Europa más unida y más
fuerte
Los políticos europeístas de cada
país tienen que convencer a sus ciudadanos de que cada nación sola no podrá
influir en los problemas del mundo. Es necesario un mayor control democrático
de las decisiones.
JOSEP BORRELL
25 OCT 2018
La UE y el mundo han cambiado
mucho desde las últimas elecciones al Parlamento Europeo de 2014. Entonces se
sentían con toda su crudeza las consecuencias sociales de la crisis del euro y
se temía por su supervivencia. Hoy, después de una década perdida, el PIB
europeo ha recuperado su valor precrisis. Pero con grandes divergencias entre
países. La carga del ajuste se hubiese debido distribuir mejor entre deudores y
acreedores. El resultado no ha sido bueno para la cohesión europea, con mayor
desigualdad en muchos países y una división Norte-Sur que debilita la confianza
mutua necesaria para avanzar en la unión política. Todavía no se había
producido la crisis de los refugiados de Oriente Próximo ni el gran aumento de
los flujos migratorios africanos. Un problema que puede ser el más poderoso
disolvente de la unión entre europeos y que ha enfrentado a los países del
Este, más Italia, con los del oeste de Europa.
Reino Unido todavía no había
decidido abandonar la UE. La geopolítica mundial también ha cambiado. Los
EE UU de Trump se desvinculan de Europa, abandonan el multilateralismo,
denuncian los acuerdos de París sobre cambio climático y el pacto nuclear
iraní, y se convierten en el campeón del proteccionismo. China aparece como el
defensor del libre cambio y Rusia emerge como potencia militar. La amenaza
terrorista persiste. Los adversarios interiores de una Europa libre, solidaria
y unida tienen ahora poderosos aliados externos.
¿Cuál es el futuro de esa UE, de
la que, según el último Eurobarómetro, el 68% de los europeos (75% de los
españoles) consideran que ha sido positiva para su país, pero al mismo tiempo
el 50% dicen no estar contentos con la dirección que está tomando? Quizás esa
UE fue un invento del siglo pasado para resolver problemas intraeuropeos en un
mundo bipolar que todavía no se había globalizado. Un invento que ha permitido
superar los antagonismos que tanta muerte y destrucción causaron. Pero la paz
ya no es motivación suficiente, sobre todo para las jóvenes generaciones,
mientras el recuerdo de la guerra desaparece con los que la vivieron.
Por eso, ante la acumulación de
amenazas exteriores y de problemas interiores citados, surgen dudas sobre la
perennidad de ese gran proyecto de la posguerra.
Y, sin embargo, si la UE no
existiese habría que inventarla. Pero para que sobreviva hay que reinventarla,
haciéndola más unida para que pueda ser más fuerte. Y eso exige que hable con
una sola voz para actuar con una lógica de potencia global; con fuertes
relaciones de cooperación con sus vecinos más próximos, especialmente con
África; que su crecimiento sea más robusto e incluyente; que las economías de
sus países converjan, y sea capaz de ganar la batalla de la innovación
tecnológica.
Las próximas elecciones europeas
serán la prueba de fuego sobre el futuro de la UE. Los resultados electorales
muestran el avance de los que, desde la derecha o la izquierda, rechazan la
integración europea. Es culpa de los populismos, decimos, cubriendo con esta
palabra multiuso las diversas manifestaciones de la desafección ciudadana hacia
un proyecto legitimado por sus resultados más que por sus procesos de decisión.
¿Y si para luchar contra los
populismos tuviéramos que hacer que Europa fuese popular? Es decir, percibida
como el más poderoso instrumento de protección frente a la inquietud creada por
la globalización y el resurgir de los fantasmas del nacionalismo. Para ello los
dirigentes políticos europeístas de cada país tienen que convencer a sus
ciudadanos de que su futuro pasa por reforzar su unidad. Que cada país solo no
podrá influir en los problemas del mundo. Que Europa se empieza a construir en
casa, porque los que deciden en Bruselas no son extraterrestres, sino los que
previamente han sido elegidos en cada país. Y combatir las falacias que
presentan la liberación del “yugo de Bruselas” como el bálsamo milagroso contra
todos los males.
Pero profundizar en una unión,
que necesariamente implica comunitarizar riesgos y oportunidades, exige también
una mayor participación y control democrático de las decisiones.
Históricamente, la integración europea se ha construido mediante acuerdos entre
las élites políticas nacionales con el “consenso permisivo” de sus ciudadanos.
Pero esto se ha acabado. Hoy se ha tomado conciencia, y es una buena noticia,
de la importancia de lo que se decide en Bruselas. Pero muchos sienten, con
razón o sin ella, que no tienen influencia en esas decisiones; no identifican
quién es responsable de qué, ni bajo qué legitimidad actúan las instituciones
en las que los Gobiernos ejercen una soberanía compartida.
Hay que dar razones para que
perciban a la UE como un instrumento de prosperidad compartida que favorezca
una distribución equitativa de la renta y aumente su influencia en el mundo.
Y hay que reconocer que, desde
esa perspectiva, los resultados de la Unión no han sido satisfactorios en la última
década. Y eso explica la desafección de muchos ciudadanos. No debemos
refugiarnos en una actitud eurobeata y acrítica con algunas políticas
de la UE, pero también explicar que las críticas a la UE no son siempre justas.
Confundimos como imposiciones de Bruselas los límites a nuestra
soberanía resultantes de la creciente interdependencia del mundo globalizado, o
de las restricciones resultantes de los Tratados europeos que hemos aceptado
soberanamente.
También hemos llegado al final
del sistema por el cual la UE se ocupaba de la macroeconomía y los Estados de
la distribución de la renta. Y entre una UE liberalizadora, que impulsaba la
competencia y suprimía barreras económicas nacionales, mientras los Estados
utilizaban políticas redistributivas para proteger, mal que bien, a los
perdedores de esa liberalización económica en el ámbito europeo y de la
apertura al mundo. Consciente de que las desigualdades no podían ser totalmente
aliviadas por las políticas redistributivas a escala nacional, Delors lanzó los
fondos de cohesión, creados a iniciativa española, para favorecer la
convergencia económica entre los países de la UE. Pero las economías europeas
han divergido en los últimos 10 años, perdiendo su convergencia precrisis.
La crisis económica, con su secuela
de desigualdad y empobrecimiento de la clase media, y los temores provocados, y
alimentados, por la inmigración han generado una reacción nacionalista,
populista y extremista. Los perdedores de la globalización, sintiéndose
desamparados, han buscado la protección de lo que mejor conocen: el Estado
nación, y lo han hecho en clave identitaria.
La unión de los europeos necesita
una dimensión social y protectora si queremos promover la adhesión ciudadana al
proyecto europeo. Es difícil imaginar la sostenibilidad a largo plazo de una
unión monetaria sin un presupuesto con efectos redistributivos y
estabilizadores ante los choques asimétricos. Necesitamos un reequilibrio entre
la dimensión monetaria de la política económica europea, que no puede hacerlo todo
y siempre, y su dimensión fiscal. Y abandonar la regla de la unanimidad en
materia tributaria y de política exterior.
Necesitamos una Europa social.
Pero no se pueden proclamar grandes objetivos sociales con un presupuesto del
1% del PIB europeo. Sin capacidad de financiarlos, son la mejor forma de crear
frustración y desafección.
No poder contar con el paraguas
militar estadounidense puede ser una oportunidad para desarrollar las
capacidades estratégicas europeas. La respuesta al America first debe
ser Europa unida. La gran batalla cultural de nuestro tiempo es construir
sociedades a la vez abiertas y cohesionadas. La UE debe demostrar a sus
ciudadanos que puede protegerlos mejor y crear más oportunidades que el
repliegue nacionalista y las economías cerradas.
Pero para eso hay que ser fuerte.
Y la fuerza, en un mundo dominado por gigantes políticos y económicos, solo
puede venir de la unión. Y esta solo puede ser en clave federal, aceptando un
proceso diferenciado de integración entre sus Estados, porque no todos tendrán
la misma voluntad de hacerlo.
TIBIEZA MORAL
Pax americana
El asesinato de Khashoggi revela
la decadencia moral de la Casa Blanca. Trump ha tirado por la borda la defensa
de la libertad.
El brutal asesinato de Jamal
Khashoggi, el periodista saudí que desapareció en el consulado de su país en
Estambul hace dos semanas, ilustra, no ya la barbarie de Arabia Saudí (de sobra
conocida), sino la desintegración moral de la Casa Blanca.
Desde la llegada de Donald Trump
a la presidencia de Estados Unidos, los baremos éticos de la acción política en
este país se han ido desplomando en la impunidad. Las acciones de Trump, fiel
reflejo de su misoginia, racismo, desprecio y brutal ignorancia, se sustentan
en el apoyo de su base de voto (ni siquiera mayoritaria, puesto que perdió las
elecciones de 2016 por casi tres millones de votos y se impuso a su adversaria
por la peculiar naturaleza del sistema norteamericano), blanca, de clase
media-baja, patriotera, de ideología ultraderechista bastante primaria y
afincada en el centro del país. Pero hay una fidelidad aún más grave: la de los
congresistas y senadores republicanos, que le siguen casi sin fisuras por la
cuenta que les trae. Piensan, en efecto, que Trump, catalizador de su
electorado, es su garantía de permanencia en el poder. Se verá lo que ocurre en
las elecciones de medio mandato el próximo 6 de noviembre y si los demócratas
recuperan el control del Congreso, pero, mientras tanto, esa es la apuesta.
Es sabido que la política
internacional de Estados Unidos ha atendido siempre a criterios estratégicos
cambiantes (fiel reflejo de las preocupaciones de cada momento) y a intereses
económicos constantes. Pero, al menos en las formas, durante décadas, la guía
moral de sus acciones siempre era la libertad y la democracia para todos, y
Estados Unidos, el depositario de estas esencias.
Eso ha caído por la borda. El
deseo de Trump de mantener su alianza con Riad a toda costa (para cercar a Irán
en el confuso convencimiento de que es el verdadero enemigo, y para mantener
abierto el suministro de petróleo saudí y el comprador de su armamento) le hace
hasta sugerir explicaciones para justificar que su aliado saudí haya mandado
cortar en pedazos a un periodista crítico. Se entiende bien si se recuerda que,
en su opinión, la prensa es el enemigo del pueblo, y hasta apoya a un candidato
republicano que hace pocos días se abalanzó sobre un periodista que le había
hecho una simple pregunta.
En Arabia Saudí, Khashoggi no es
el primero ni seguramente será el último sacrificado: en el reino del desierto
el desprecio por la libertad y la vida es absoluto. Se sustenta en la soberbia
del dinero y en el único criterio válido: mantenerse por encima de todo en el
poder. El resto es el engaño al que sucumben todos los demás actores
internacionales, sobre todo cuando la excusa es que la tolerancia de los demás
se debe al convencimiento de que con ella se puede ir acercando a Arabia Saudí
a los modos civilizados.
El príncipe heredero, MBS
(acrónimo no solo de su nombre, Mohamed bin Salman, sino de las siglas en
inglés de “mister aserrador de huesos”, como le ha tildado algún
diario norteamericano), es un asesino expeditivo, por mucho que se haya
presentado como un joven príncipe modernizador y liberal. Un joven príncipe
cuya única gran apertura ha sido autorizar que las mujeres puedan conducir.
Mientras tanto, ha intervenido en política internacional como un elefante en
una cacharrería: desastrosa aventura militar en Yemen, fallido intento de
aislar a Qatar, tonto secuestro del primer ministro de Líbano, al que ha tenido
que liberar a los pocos días, endurecimiento de la política interna. Un
desastre de príncipe moderno y occidental.
Esta vez se diría que los países
democráticos, horrorizados por el espectáculo, le están diciendo ¡basta!
¿Todos? No. Washington no. Como en el enfrentamiento con Putin por la
implicación de los servicios secretos rusos en el proceso electoral
estadounidense, la respuesta de Trump es siempre la misma, sobre todo si su
interlocutor es un sátrapa: “Me ha mirado a los ojos y lo ha negado con
firmeza, y yo le creo”. Puede que esta vez sus correligionarios se lo impidan
por mucho que él invoque la presunción de inocencia, exclusivamente aplicable a
sus amigos.
Alemania, Francia y el Reino
Unido, horrorizados por el salvajismo saudí, exigen explicaciones e interrumpen
la venta de armas. Curiosamente, España no. Duele nuestra tibieza moral.
El presidente Trump gira como una
veleta según lo que intuye que le conviene. Es lo único que le importa:
escurrir el bulto y proclamar su genialidad urbi et orbihasta cuando se
ríen de él en la ONU.
Y con su incontrolada verborrea
tuitera de cada mañana insulta y miente sin parar. Es seguro que si un día
apoya a una persona, a la mañana siguiente la denuesta. Afirma una cosa y la
contraria. Su comportamiento frente al asesinato de Khashoggi (un día digo, y
al siguiente, Diego) lo demuestra.
La pax americana, el
paraguas bajo el que se guarecía el mundo libre, se tambalea. Si Trump consigue
la reelección en 2020, mejor será que nos busquemos una sombrilla más segura.
1 HORA
Me levanto, café y desayuno, me siento frente al ordenador. Alguien me manda un Whassap y no entiendo nada. Al final caigo y recuerdo que algo sabía, anoche cambiaron la hora y ni me había dado cuenta. Resumo, he ganado hoy una hora más.
SAN JUAN
Me regalaron por mi cumpleaños la entrada para ver la obra de teatro "Cuentos en la noche de San Juan", anoche, y fui. Me reí y me gustó -no cabe duda, Antonia San Juan llena el escenario-, pero me parece que abusa el espectáculo de tópicos innecesarios por recurrentes. Pero me gustó, insisto. Una noche muy entretenida.
1984-2018
Leo la última noticia sobre el inefable Puigdemont y su nueva ocurrencia, esta vez el lanzamiento de un nuevo partido "que amenaza con diluir el PDeCAT", según reza el titular del periódico. El susodicho partido se llama Crida Nacional per la República, o algo así.
Muy lícito y democrático que cada catalán piense lo que quiera al respecto, faltaría más, pero ¿a qué espera la Unión Europea para decir CLARAMENTE lo que implicaría la hipotética república catalana?
Viendo el acto de proclamación del partido y el culto al huido, no deja de venirme a la cabeza el libro de Orwell "1984" y su película posterior. Es que no aprendemos.
HALLOWEEN
A colación de la próxima fiesta de Halloween y de todo lo que se escribe ahora de ella, chistes varios (para muestra un botón), alabanzas, críticas feroces, etc., encuentro un pequeño artículo de Fernando Savater que, como siempre, su mente preclara está a la altura de las circunstancias y de la época en la que nos movemos. He llegado a recibir hasta una campaña que pulula por Whassap que dice "YO TAMPOCO CELEBRO HALLOWEEN". La verdad es que se lo curran, no puedo negarlo, cómo si no hubiera cosas más importantes, pero así somos.
Las fiestas son como son y nosotros, los latinos, y en particular los españoles, nos apuntamos a un bombardeo: suena una nota y la gente se pone a bailar. Además, ¿quién tiene el poder para decidir si algo en nuestro o foráneo? Todas las tradiciones comienzan de una forma u otra, inventadas o importadas, en algún momento que termina diluyéndose. Fiestas religiosas instaladas en nuestro acervo por la Iglesia y que damos por nuestras sin plantarnos de dónde vinieron, fiestas paganas; carnavales, Papá Noel, Santa Claus, los Reyes Magos y el Niño Jesús, días de las madres, de los enamorados, etc., etc., etc. Fiestas y más fiestas. Nerón, entre los grandes visionarios de la manipulación mundial, ya había instaurado su "panem et circenses" y la cosa ha llegado a nuestros días sin mayores dificultades, aunque ya no se maten cristianos se juega al fútbol y listo. Dejemos pues que cada cual se divierta como quiera, acudiendo al cementerio a enramar la tumba del familiar del que no se acuerda el resto del año, disfrazándose de dominatrix, pidiendo caramelos o hasta sentado viendo Tele 5, que de todo hay en la viña del Señor.
‘Jalogüín’
El espanto benéfico se ha borrado
de de mi vida, por mucho que me esfuerce.
https://elpais.com/elpais/2018/10/25/opinion/1540458817_478246.html
Como están recién llegados, los
niños suelen tener poco respeto a las tradiciones venerables de su terruño. Las
celebran, pero como se apuntan a cualquier otro motivo de juerga
extranjerizante. En mi niñez donostiarra, los Reyes Magos coexistían sin roces
con Papá Noel (lo de Santa Claus llegó bastante después, no digamos el racial
Olentzero). En mi casa todos eran bienvenidos y jamás oí decir a mis padres:
“Los nuestros de verdad son estos, no el otro”. Los críos son hoy de su pueblo
tanto como de sus dibujos animados, de su televisión o de sus videojuegos: es
una de las cosas buenas, entre muchas, que tienen los nuevos medios de comunicación
que tanto preocupan a los puritanos… sin dejar de verlos. A mí Halloween, Jalogüín para
nosotros, me resulta una fiesta muy simpática. Como es un ritual adoptado, que
no entendemos del todo, lo de “truco o trato” le suena a cada cual a lo que
quiere. ¡En eso consiste el progreso! Y sea bienvenido ese toque de terror
venial que convierte a las ánimas difuntas en sobresaltos de feria y no en reos
del purgatorio o amenazantes embajadores del fuego eterno…
Ella disfrutaba con Halloween.
Llenaba la casa de calabazas maléficamente sonrientes, iluminadas dentro por
una velita como un remordimiento. Y de brujas chafarderas, vampirillos
descuidados, fantasmas sin malicia, pequeñas calaveras que brindaban un guiño
de la muerte para colaborar cariñosamente con la vida. Ahora llega otra vez
Halloween y no logro invocarla a pesar de guardar con mimo desesperado todos
los adornos macabramente ingenuos que me dejó. El espanto benéfico se ha
borrado de mi vida, por mucho que me esfuerce. Queda el terror que impone su
truco letal y se niega a todos los tratos: la soledad.
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viernes, 26 de octubre de 2018
UN VIERNES
Un día de esos que tienen de todo, un día completo, vamos. Unas horas de trabajo concentrado, y concentradas, al amanecer, reunión a las 9:30, papeleo variado después, almuerzo, copistería, segunda reunión y para terminar la jornada reunión vecinal para concretar puntos de lo compartido. Ahora lo que me apetece es darme una ducha, comer algo frugal y sentarme a leer.
IL MIO CERVELLO
La Italiana en Argel, Rossini.
*Oh! Che muso, che figura!
Va sossopra il mio cervello.
jueves, 25 de octubre de 2018
EMPIEZA LA TEMPORADA DE ÓPERA
Sí, esta noche, en Santa Cruz de Tenerife, con la ópera de Rossini "La italiana en Argel". Ha estado bien, divertida puesta en escena, la mezzo la mejor (Maria Ostroukhova), en mi modesta opinión, y quizá el tenor un poco flojo. No obstante una noche agradable después de esta desapacible y lluviosa mañana.
miércoles, 24 de octubre de 2018
martes, 23 de octubre de 2018
EL CHARCO
Se ha inaugurado esta tarde el remodelado Charco de Tabaiba, o Piscina de Tabaiba, como también la llaman. Después de muchos años, más de 30, vuelve a estar como nueva. Un nuevo aliciente para disfrutar de la costa del municipio de El Rosario.
HABLANDO NOS ENTENDEMOS
Hablaba con unos amigos el otro día, tema: Pedro Sánchez. Osé responder, a la pregunta ¿te gusta Pedro Sánchez? ...pues, no me desagrada, contesté incauto. ¡Oh! anatema, excomulgado de por vida.
Acostumbrado como estoy a no ser políticamente correcto y después de haber escuchado pacientemente la retahíla de las (supuestas) barrabasadas cometidas por él -algunas era la primera vez que las escuchaba, otras eran ya tópicas-, teniendo en cuenta que a los buenos amigos se les quiere como son, sólo respondí, sonriendo siempre:
¿Saben qué pasa? Que cuando en España gana la derecha en unas elecciones todo ha ido de maravilla, pero cuando gana la izquierda parece siempre que las han robado.
Y apostillé, como siempre para que no haya duda, "recuerden que yo voto al PACMA".
Tema zanjado.
lunes, 22 de octubre de 2018
FIN DE SEMANA EN MODO ON
Nada, ni queriéndolo, mi gozo en un pozo. Había pedido este lunes libre con la intención de intentar desconectar desde el jueves por la noche hasta hoy, pero no ha habido manera. El viernes, después de llamadas y mensajes, tuve que trabajar hasta el mediodía, por lo que la mañana del viernes perdida. Luego el concierto, Juan Diego Flórez en el Auditorio de Las Palmas de Gran Canaria, suspendido por enfermedad el tenor. Y hoy lunes, supuesto día libre, tuve que adelantar el vuelo temprano para llegar a tiempo a un firma. Llegué. Y ahora llueve.
domingo, 21 de octubre de 2018
MARTE
Estoy viendo "The first", en VO, y me gusta. Realmente muy interesante y donde se abarcan muchos temas, no sólo la primera misión a Marte. Un poco de todo, como la vida misma.
EXTINCIÓN
Este fin de semana mi intención había sido la de terminar un par de cosas, pero sólo he podido lograr uno de los objetivos, de manera que he tenido dolce far niente. Algo de lectura, dormir y ver películas, casi todas muy malas, excepto quizá la última, Extinción. Si bien no está para tirar cohetes, la historia es interesante -por lo diferente de ella- y se deja ver. El resto de los títulos ni los nombro para no hacer leña del árbol caído.
sábado, 20 de octubre de 2018
PURA FILOSOFÍA
4 ejemplos prácticos de que la
filosofía sirve para la vida diaria
¿No sabes qué hacer con esos 10
euros?
El Congreso ha pactado por
unanimidad que la filosofía vuelva
a ser obligatoria en 4º de secundaria y en 1º y 2º de bachillerato, como
ocurría antes de la ley de 2013. Desde entonces, solo era obligatoria en el
primer año de bachillerato.
La asignatura dejó de
considerarse un
"área prioritaria" y ha sido cuestionada por su carácter poco
práctico. Pero, como
nos recordaba la filósofa Marina Garcés, “la filosofía no es útil o inútil.
Es necesaria”. Se trata de un “lenguaje fundamental” para aprender a pensar de
forma crítica.
De todas formas, a estas alturas
habrá lectores diciendo algo así como: “Vale, muy bien. La filosofía es bonita.
Puede ser un hobby, como jugar al ajedrez o resolver crucigramas. Pero no se
traduce en nada que me pueda servir. Nunca me veré en la situación de dudar
acerca de si el mundo existe, como Descartes”.
Pero la reflexión y el análisis
de cuestiones fundamentales tienen consecuencias mucho más prácticas de lo que
parece. La filosofía no solo nos ayuda a ver el mundo de forma diferente, sino
que también puede cambiar cómo interactuamos con él. Desde cómo podemos ayudar
a los demás hasta cómo enfrentarnos a la muerte o si debemos tuitear enfadados.
El pensamiento crítico y las herramientas que nos proporciona la filosofía nos
ayudan a tomar decisiones meditadas.
1. ¿Cómo puedo ayudar a más
gente?
Supongamos que quieres donar 10
euros a alguna ONG. ¿Cuál deberías escoger? ¿Una cuyo nombre te suene? ¿Alguna
que esté trabajando en el terreno de catástrofe? ¿O quizás otra que trabaje en
tu ciudad?
Los filósofos defensores de la
corriente del "altruismo
eficaz" creen que los donativos, por pequeños que sean, pueden ayudar
mucho más de lo que pensamos. El filósofo australiano Peter Singer recordaba
a Verne que los países en situación de pobreza extrema “viven con menos de
700 dólares al año y a menudo no tienen acceso a agua potable, sanidad básica y
educación para sus hijos”. Es decir, esos 10 euros pueden llegar mucho más
lejos en uno de estos países con una situación económica peor.
Además de eso, no todas las
iniciativas funcionan igual. En su libro Doing Good Better,
el filósofo de la Universidad de Oxford William MacAskill aconseja hacernos
preguntas como las siguientes: ¿Estamos ayudando en un área que esté olvidada
y, por tanto, necesitada de recursos? ¿O donamos cuando ocurre una catástrofe
y, por tanto, ya hay mucha gente echando una mano?
MacAskill también aboga por tener
en cuenta si hay pruebas del alcance de las acciones de la ONG. Por ejemplo y
aunque suene paradójico, los programas de eliminación de lombrices intestinales
son más útiles para reducir el absentismo escolar en Kenia que comprar libros
de texto.
¿Mucho trabajo para 10 euros? Sí,
lo es. Pero hay organizaciones que ofrecen esta información, como Give Well, que analiza el impacto de las
ONG que recomienda, y The Life You
Can Change, del propio Singer, que incluye incluso una calculadora
que permite saber para qué servirá cada donativo.
2. ¿Debo unirme a la polémica del
día en Twitter?
Bien, ya has donado los 10 euros.
Ahora sacas el móvil para darte una vuelta por Twitter. Como suele suceder en
estos casos, a los pocos segundos ya estás enfadadísimo con alguien que ha
dicho una barbaridad y tienes ganas de decirle cuatro cosas bien claras.
Aunque a lo mejor no es buena
idea. Los psicólogos Paul Bloom y Matthew Jordan se
preguntaban en The New York Times hace unas semanas si somos todos
“torturadores inofensivos” por culpa de las redes sociales. Este apelativo hace
referencia a un experimento mental que plantea Derek Parfit en Razones
y personas, un libro de 1986. El filósofo, fallecido en 2017, se imagina a
unos torturadores que hace años tenían que causar el máximo dolor posible a una
sola persona cada uno, pero que ahora cuentan con un sistema que les exime de
responsabilidad. Lo único que tienen que hacer es apretar un botón que
incrementa en una milésima el dolor que siente cada uno de los mil presos.
Es decir, los torturadores pueden
alegar que ellos no han causado gran diferencia en el sufrimiento de estas
personas. “Si yo hubiera dejado de apretar el botón, su dolor habría pasado de
1000 a 999, así que ¿para qué iba a arriesgarme a que me despidieran?”. O, si
hablamos de Twitter, si por 280 caracteres no va a cambiar gran cosa, ¿por qué
voy a dejar de quedarme sin mis retuits aunque sea a costa de humillar o de
insultar a alguien?
Pero, claro, en realidad no
actuamos solos. No hay mucha diferencia por una sola persona, pero cada uno de
los torturadores sigue siendo responsable del daño causado. Sobre todo si
tenemos en cuenta que es probable que solo aprieta el botón porque cree que los
otros 999 lo apretarán.
3. ¿A quién puedo votar?
Uno de los ejemplos es de que no
solemos actuar solos son las elecciones. Un voto puede ayudar a marcar
diferencia, por lo que hay que tomarse esta decisión con cierta
responsabilidad. Por ejemplo, ¿queremos ayudar a crear una sociedad más
equitativa o preferimos potenciar la libertad individual?
El
filósofo estadounidense John Rawls proponía en Una
teoría de la justicia (1971) que imagináramos que nos hemos reunido todos
para acordar los principios fundamentales de la sociedad. Hay un pero: no sabemos
cuál será nuestra posición en esta sociedad. Puede que seamos ricos o pobres,
que estemos sanos o enfermos, que seamos inteligentes o más bien justitos. Ni
siquiera sabemos si naceremos en España o en Somalia. Estamos bajo “el velo de
la ignorancia”, en lo que Rawls llama la “posición original”.
En estas circunstancias y según
Rawls, todos nos imaginaremos que corremos el riesgo de estar en una posición
más desfavorable, por lo que optaremos por una sociedad que nos proteja,
llegando a dos principios básicos:
1. El primero asegura libertades
básicas e iguales para todos los ciudadanos, como la libertad de expresión y de
religión.
2. El segundo se refiere a la
igualdad social y económica. Las desigualdades solo se permiten si benefician a
los miembros peor situados de la sociedad. Según Rawls, para saber si una
sociedad es justa no hay que mirar la riqueza total ni cómo está distribuida.
Basta con examinar la situación de quienes lo están pasando peor.
Pero no todo el mundo está de
acuerdo con los resultados de este planteamiento. Si Rawls sentó las bases del
pensamiento socialdemócrata contemporáneo, Robert Nozick hizo lo mismo para el
liberalismo moderno con su Anarquía,
estado y utopía en 1974.
Para Nozick, el término “justicia
redistributiva” no es adecuado. En su opinión, la riqueza no es algo que esté
ahí y solo haya que repartirla: la riqueza hay que crearla. Cuando las personas
toman decisiones libres sobre asuntos de economía, algunos terminan con más
dinero y otros con menos. Siempre que haya habido un intercambio libre, el resultado
es justo.
4. ¿Cómo debo enfrentarme a la
muerte?
Por otro lado, ¿algo de esto
importa? Al fin y al cabo, nuestras vidas son muy cortas como para que un
puñado de votos, unos tuits o donar 10 euros de vez en cuando supongan un
cambio significativo.
Schopenhauer decía que el hecho
de que nuestras vidas estén rodeadas por la nada nos lleva a sentir ansiedad
metafísica, “una angustia existencial que nos asalta cuando intentamos
contemplar el abismo eterno de la Nada”, como resume Simon Blackburn en The Big
Questions.
Las dos nadas no nos angustian
por igual. Puede que nos dé vértigo saber que pasaron millones de años hasta
que nacimos. Pero la nada que nos sucederá es la que nos suele dar más miedo:
pasarán (probablemente) millones de años cuando ya estemos muertos. ¿Por qué no
hacemos caso al filósofo romano Lucrecio cuando nos dice en su De
la naturaleza de las cosas que esta eternidad hasta nuestro nacimiento es
un espejo de lo que ocurrirá tras nuestra muerte?
De hecho, para Epicuro, este
miedo es irracional. La muerte no es nada, ya que una vez estemos muertos no
podremos sentir nada en absoluto. No deberíamos temerla porque cuando nos
llega, ya no estamos ahí.
Las palabras de Epicuro suelen
recibirse con admiración, pero sin que tengan mucho efecto. Antes de nacer no
existíamos, pero sí existimos antes de morir. Seguramente no llegaremos a saber
cómo es estar muerto, pero sí sabremos
"qué significa
morirse", como apunta Oriol Quintana en 100 preguntes
filosòfiques.
¿Y si pudiéramos ser inmortales?
Según el británico Bernard Williams, la inmortalidad sería tediosa y quitaría
sentido a nuestras vidas. Siempre habrá tiempo de hacerlo todo y, en
consecuencia, no tendríamos ninguna urgencia por hacer nada. Es decir, quizás
no podamos librarnos del miedo a la muerte, pero al menos nos puede servir para
recordar que debemos aprovechar nuestras vidas. Y no aunque sean breves, sino
precisamente porque lo son.
¡CULPABLE!
Tienes un día de vacaciones, sales de tu casa e intentas desconectar. Te llaman del trabajo con un problema y al final acabas trabajando esa mañana. Lo comentas con un amigo durante el almuerzo y sentencia ¡la culpa es tuya! Sí, siempre la culpa es mía.
Moraleja: vive tu vida y no cuentes nada si no quieres que, además, tus amigos te hundan.
viernes, 19 de octubre de 2018
miércoles, 17 de octubre de 2018
martes, 16 de octubre de 2018
ME APETECE...
...ver esta película. Whashington Square de fondo. Siempre Nueva York.
La heredera (The Heiress) es una película estadounidense de 1949 dirigida por William Wyler. El guion es obra de Ruth y Augustus Goetz, que ya habían hecho la adaptación teatral de la novela corta de Henry James Washington Square, ambientada en la Nueva York de 1850 y basada en un hecho real que había oído en Londres el escritor. La película, candidata a varios premios Óscar, obtuvo cuatro de ellos: a la mejor actriz (Olivia de Havilland), a la mejor dirección artística, al mejor vestuario y a la mejor música; las otras candidaturas fueron a la mejor película, al mejor director, al mejor actor secundario (Ralph Richardson) y a la mejor dirección artística en blanco y negro.
lunes, 15 de octubre de 2018
LO QUE QUIERO Y LO QUE TENGO
Lunes, unos minutos antes de las 5 de la tarde, 20°, trabajando frente a la ventana de mi despacho. El cielo está azul con algunas nubes y de la tormenta que se esperaba sólo queda el recuerdo de la lluvia del sábado. Tengo por delante la Memoria de un proyecto que he terminado estos días y que quisiera visar esta misma semana para seguir con otra cosa. Esta mañana estaba sentado con el ordenador delante a las 5 de la la mañana, hace exactamente 12 horas; estoy cansado, necesito vacaciones. Necesito cambiar el ritmo circadiano de mi vida, dormir más, vivir más entre semana, preocuparme menos cada día, cada mes. Quiero sacudirme esa sensación de "something is wrong" que dirían los americanos, esa sensación que está siempre rondando tu cabeza, la misma que te manda mensajes pesimistas, la misma que hace que tu cuerpo se mueva lentamente. Sí, sí, esa misma. ¿Será la falta de control sobre mi mismo? Mmmm, tengo que pensar en ello...
♫
Dean Lewis, *Be Alright.
domingo, 14 de octubre de 2018
sábado, 13 de octubre de 2018
FRIVOLIDAD Y ABUCHEOS
El desfile del 12 de octubre ha dado mucho juego. Los abucheos a Sánchez, que no se veían desde Zapatero -es decir, nunca con Rajoy-, la equivocación del Presidente con el protocolo, los chistes posteriores, la frivolidad de los periodistas que dan más importancia a esta estupidez que al propio acto, etc. Así estamos, no hay suficientes problemas en el país para que la atención se centre en estas chorradas protocolarias.
Respecto a los abucheos, los gritos pidiendo elecciones o llamando okupa a Pedro Sánchez, parecen haber olvidado esas buenas gentes que se desgañitaban ayer, que el Presidente lo es porque así lo prevé la Constitución en su articulado, la misma que se defiende en Cataluña, la mismita. Esta Constitución que se utiliza cuando viene bien pero que se olvida recurrentemente en otros casos. La MOCIÓN DE CENSURA es tan democrática como el resto, así lo dice la Constitución. Me pone enfermo tanta poca cultura política, democrática o como se quiera decir.
viernes, 12 de octubre de 2018
TODA NUESTRA PUTA VIDA
El PSOE y Podemos firman un acuerdo para aprobar los próximos Presupuestos del país, PP y Ciudadanos tildan el acuerdo de brindis al sol. Todo igual, no cambia nada. Cada vez que hay un avance social o económico pasa lo mismo. ¡Hay que intentarlo señores! ¡basta ya de justificar tanta y tanta austeridad! Si la consigna es mantener la Seguridad Social pues adelante, no hay nada más importante, pongámonos a ello cueste lo que cueste. Y si lo que hay que hacer es bajar los sueldos a los políticos, quitarles las mil y una prebendas, los coches oficiales, los vuelos en primera, pues vamos a por ello, empecemos por algo.
Y recuerde la derecha que la Seguridad Social ¡no es gratis!, en absoluto, la pagamos todos cada mes con lo que nos retienen de nuestro sueldo, o sea, que la vamos pagando de forma adelantada TODA NUESTRA PUTA VIDA.
NADAL Y EL AGUA
Se comentaba el otro día en el chat que tengo con mis amigos, que por cierto se llama "Hoya del Camello", el nombre de nuestro restaurante de cabecera, el hecho de que Nadal hubiera ido a achicar y limpiar el agua caída en las inundaciones de Mallorca, imágenes repetidas hasta la saciedad en televisión, periódicos y redes sociales. Yo, que conocía las noticias, osé dejar un comentario en el Whassap, craso error. Dije algo así: yo, que también perdí mi casa en las inundaciones de Tenerife del 2002, limpié mi casa solo, sin periodistas ni televisión. De eso al caos bastó un instante. Claro que mis amigos me habían malinterpretado, no criticaba a Rafa Nadal, al cual admiro como deportista y como persona y aplaudo su gesto, sino a la babosería periodística que es capaz de convertir en noticia más la ayuda de Nadal que las propias inundaciones.