DICHOSO PROSELITISMO


La vuelta de mi abuela Lola
Asistimos al regreso de una clase de argumentos pacatos y primitivos que abrazan una visión retrógrada del arte y amenazan la libertad creadora.

Que me disculpen los memoriosos, porque sé que esto lo he contado, aunque no seguramente en esta página: mi abuela Lola era una mujer muy buena, dulce y risueña, lo cual no le impedía ser también extremadamente católica. Y recuerdo haberle oído de niño la siguiente afirmación, dirigida a mis hermanos y a mí: “A ustedes les hace mucha gracia” (era habanera), “y quizá la tenga, pero yo no voy a ver películas de Charlot porque se ha divorciado muchas veces”. Hasta hace cuatro días, este tipo de reservas pertenecían al pasado remoto. Mi abuela había nacido hacia 1890, y desde luego era muy libre de no ir a ver el cine de Chaplin por los motivos que se le antojaran, como cualquier otra persona. Lo insólito es que esta clase de argumentos extraartísticos y pacatos hayan regresado, y que los aduzcan individuos que se tienen por “modernos”, inverosímilmente de izquierdas, educados, aparentemente racionales y hasta críticos profesionales.

Leo en un artículo de Fernanda Solórzano un resumen de otro reciente de un conocido crítico cinematográfico británico, Mark Cousins, titulado “La edad del consentimiento”. Cuenta Solórzano que en él Cousins anuncia que a partir de ahora “dejará de habitarla imaginación de directores como Woody Allen y Polanski”, a los que “negará su consentimiento”. Compara ver películas de estos autores con visitar países con regímenes dictatoriales, o aún peor, con contemplar vídeos del Daesh con decapitaciones reales. “Aunque sus ficciones no muestren violencia, son imaginadas por sujetos perversos”, explica. Se deduce de esta frase que las películas que sí muestren violencia —ficticia, pero el hombre no distingue— serán aún más equiparables a los susodichos vídeos del Daesh, por lo que, me imagino, Cousins tampoco podrá ver la mayor parte del cine mundial de todos los tiempos, de Tarantino a Peckinpah a Coppola a Siegel a Ford a todos los thrillers, westerns y cintas bélicas. Lo absurdo es que no haya anunciado de inmediato, en el mismo texto, que renuncia a las salas oscuras y por lo tanto a su labor de crítico, para la que es evidente que queda incapacitado. Al contrario, entiendo que asegura, con descomunal cinismo, que su adhesión a “lo correcto” no afectará su juicio estético. Un disparate en quien se propone juzgar desde una perspectiva moralista, “edificante” y puritana. Ojo, no ya sólo las obras, sino la vida privada de sus responsables. Siempre según Solórzano, “en adelante Cousins sólo visitará la imaginación de artistas de comportamiento íntegro”.

Este Cousins es tan libre como mi abuela, y lo que haga me trae sin cuidado. Pero, claro, no es un caso aislado, ni el único primitivo que abraza esta visión retrógrada del arte. Constituye toda una corriente que amenaza no sólo el oficio de crítico, sino la libertad creadora. ¿Qué es un “comportamiento íntegro”, por otra parte? Dependerá del criterio subjetivo de cada cual. Para los cuatro ministros de nuestro Gobierno que hace poco cantaron “Soy el novio de la muerte” en una alegre concentración de encapuchados, el concepto de “integridad” será por fuerza muy distinto del mío. Y luego, ¿cómo se averigua eso? Antes de ir a ver una película —de “visitar la imaginación” de un director, como dice Cousins con imperdonable cursilería—, habrá que contratar a un detective que examine la vida entera de ese cineasta, a ver si podemos dignarnos contemplar su trabajo. En algunos casos ya sabemos algo, que nos reducirá drásticamente nuestra gama de lecturas, de sesiones de cine y de museos. Nada de “visitar” a Hitchcock ni a Picasso, de los que se cuentan abusos, ni a Kazan, que se portó mal durante la caza de brujas de McCarthy, ni a Caravaggio ni a Marlowe ni a Baretti, con homicidios a sus espaldas, ni a Welles ni a Ford, que eran despóticos en los rodajes, ni a Truffaut, que cambió mucho de mujeres y algunas sufrieron. Nada de leer a Faulkner ni a Fitzgerald ni a Lowry, que se emborrachaban, y el tercero estuvo a punto de matar a su mujer en un delirio; ni a Neruda ni a Alberti, que escribieron loas a Stalin, ni a García Márquez, que alabó hasta lo indecible a un tirano; no digamos a Céline, Drieu la Rochelle, Hamsun y Heidegger, pronazis; tampoco a Stevenson, que de joven anduvo con maleantes, ni a Genet, que pagaba a chaperos, ni a nadie que fuera de putas. Ojo con Flaubert, que fue juzgado, y con Cervantes y Wilde, que pasaron por la cárcel; Mann se portó mal con su mujer y espiaba a jovencitos, y no hablemos de los cantantes de rock, probablemente ninguno cumpliría con el “comportamiento íntegro” que exigen el pseudocrítico Cousins y las legiones de policías de la virtud que hoy lo azuzan y lo amparan.

Ya es hora de que toda esta corriente reconozca su verdadero rostro: se trata de gente que detesta el arte y a los artistas, que quisiera suprimirlos o dictarles obras dóciles y mansas, y además conductas personales sin tacha, según su moral particular y severa. Es exactamente lo que les exigieron el nazismo y el stalinismo, bajo los cuales toda la gente de valía acabó exiliada, en un gulag o asesinada, lo mismo que Machado y Lorca en España. No a otra cosa que a la represión y la persecución está dando su consentimiento esta corriente de inquisidores vocacionales. Al menos mi abuela Lola no ejercía el proselitismo, ni intentaba imponer nada a nadie.

PERDONAR SÍ, OLVIDAR JAMÁS


«Mi padre murió orgulloso por haber salvado a miles de judíos de los nazis»
Eva Benatar y los descendientes de Ángel Sanz Briz, el «Ángel de Budapest», analizan la figura del diplomático español que evitó que 5.200 personas fueran asesinadas en Auschwitz.
Manuel P. Villatoro. 27/04/2018 12:01h
http://www.abc.es/cultura/abci-padre-murio-orgulloso-haber-salvado-miles-judios-nazis-201804271148_noticia.html

Aunque no recuerda aquel momento, a Eva Leitman Bohrer Benatar (que se presenta como Eva Benatar porque es mucho más sencillo de pronunciar para los españoles) su madre le contó que nació en un sótano de la Hungría dominada por Adolf Hitler allá por junio de 1944. Para ser más concretos, mientras decenas de bombas aliadas caían sobre sus cabezas. «Nací en un sótano y no puedo quitarme ni seis meses de edad, porque entonces mi historia no cuadraría», bromea en declaracioens a ABC.
Tanto ella como su madre eran parte de la comunidad judía que los nazis perseguían hasta la muerte en aquel país. El mismo que, apenas unos meses antes, era una de las perlas más bellas de Europa. Todo apuntaba a que acabaría, como más de 400.000 de sus paisanos, en la pasarela de Auschwitz. Sin embargo, logró salvarse gracias a un diplomático español, Ángel Sanz Briz. El mismo hombre que, con pericia y argucias, evitó que fueran enviadas a la cámara de gas más de 5.000 personas y que, según desvela a ABC su hijo, Juan Carlos, terminó sus días feliz: «Mi padre murió orgulloso por haber salvado a miles de judíos de los nazis».

La historia de Benatar, que ella misma narra a este diario antes de participar en un acto sobre Sanz Briz organizado en el marco de la Exposición Auschwitz de Madrid, fue una de las tantas que hoy pueden narrarse gracias a que un hombre puso en riesgo su vida.
«Ángel llegó a Budapest cuando todavía era un lugar tranquilo. Pero en el año 1944 todo cambió», explica a este diario Ángeles Sanz Briz, hija también del diplomático zaragozano. No le falta razón. Y es que, fue entonces cuando los nazis invadieron el país y ascendieron al gobierno sus simpatizantes húngaros: el partido de la «Cruz Flechada». «A partir de entonces comenzó la deportación y aniquilación sistemática de los judíos. Mi padre, que vivía allí, no pudo soportar esa situación», desvela la descendiente.

Desesperado, el bautizado a la postre como «Ángel de Budapest» (entonces miembro de la legación española en Hungría) logró que el gobierno local le entregase unos pocos pasaportes individuales para salvar a los escasos judíos sefarditas (descendientes de españoles) que hubiera en el país. Para ello, se basó en un decreto de 1924 en el que Miguel Primo de Rivera establecía la posibilidad de recuperar la nacionalidad a los miembros de este colectivo si así lo deseaban. Una norma que, según desvela Javier Santamarta en «Siempre tuvimos héroes» (Edaf) había expirado el 31 de diciembre de 1930. «Les engañó, y mi padre jamás mentía, pero el horror que vio le cambió», añade Juan Carlos.

Estos pasaportes (300 en total, según se desveló el miércoles en el acto) fueron entregados por el diplomático no solo a sefardíes, sino a cualquiera que demostrara una mínima conexión con España. «Además, Ángel Sanz Briz “declinó” estos documentos y emitió más como si fueran una serie (200-A, 200-B...) para salvar todavía más personas», destaca Benatar.

Ella conoce bien el caso, pues su madre logró uno de esos visados. «Estaba escondida sin saber qué hacer. Como todavía funcionaba el correo, y recibía cartas de mi abuela (que había emigrado a Madrid poco antes) se fue con un sello español a la embajada para demostrar que estaba relacionada con el país», completa la superviviente. El «Ángel de Budapest» aceptó aquello y les concedió uno de sus preciados tesoros. «Estuvimos varias semanas en uno de los pisos que él tenía alquilados para los refugiados hasta que pudimos huir», completa.

Como ella, otras 5.200 personas lograron escapar a la muerte y a la infamia nazi gracias a San Briz.
Todo indicaba que este zaragozano se convertiría en un héroe tras arribar de nuevo a España. Pero nada más lejos de la realidad. Fue olvidado totalmente. Al menos, hasta que el gobierno quiso acercarse a la comunidad judía en años posteriores. «En un momento dado Franco necesitó argumentos para mejorar las relaciones con Israel, y pidió a mi padre que dijera que había actuado en nombre del jefe del estado, cosa que no era verdad. Y él, anteponiendo los intereses del país a los suyos particulares y cumpliendo su deber como funcionario, así lo hizo», desvela Juan Carlos.

Con todo, su gesta le valió finalmente ser reconocido a nivel internacional en 1966, cuando recibió el título de Justo entre las Naciones. A nivel profesional tampoco le fue mal. «Después estuvo en Suiza, en San Francisco como observador de la Sociedad de Naciones, y se convirtió en el primer embajador de España en la China comunista de Mao. Murió como diplomático de la Santa Sede», finaliza su hija.

Perdonar sí, olvidar, jamás
Por otra parte, y cuando faltan apenas unas jornadas para la conmemoración del día en que Adolf Hitler se suicidó en el «Führerbunker» para no sufrir una muerte horrenda a manos de los soviéticos, la pregunta a Benatar es obligada:

-¿Puede alguien cuya familia fue asesinado por los nazis perdonar?

«Es una pregunta difícil. Cuando veo alemanes de cierta edad, siempre me cuestiono si habrán colaborado o no, porque la colaboración de la sociedad con los nazis sí fue generalizada. Lo que puedo decir es que no se ha hecho lo suficiente después de la guerra para depurar y castigar a los culpables. La mayoría de los funcionarios de base colaboraron, y nadie los castigó. Únicamente se juzgó a los jerarcas más destacados». Y es que, según arguye, es muy difícil que nadie se enterarse lo que estaba sucediendo en los campos de concentración: «A partir del año 1942, el que quería saber lo que sucede lo sabía». En este sentido, también da un tirón de orejas a americanos y británicos. «Los mismos aliados tenían conocimiento de lo que estaba pasando en los campos de concentración y sabían que, en Hungría, Eichmann estaba deportando y asesinado a los judíos al final de la guerra, cuando ya estaba todo perdido para ellos. ¿Hubiera sido tan difícil destruir las vías de tren que llevaban a los prisioneros hasta los campos para salvar a 430.000 personas? No lo creo, pero había muchos intereses antes como liberar el país antes que los rusos», finaliza.

SÍ ES SÍ, NO ES NO. ASÍ DE FÁCIL


Lamento insistir
Tenemos voz para usarla, para decir, por ejemplo: no fue abuso, fue violación.
https://elpais.com/cultura/2018/04/28/actualidad/1524930418_922477.html

Lamento herir la sensibilidad de lectores que piensan que de un tiempo a esta parte las mujeres no escribimos más que de cositas de mujeres. Lamento que piensen que las cosas de mujeres son de segunda categoría o que no las consideren de interés general. Lo lamento. Lamento romperles su paz interior, esa paz que consiste en leer solo análisis políticos sobre Cataluña, la corrupción madrileña o las encuestas de intención de voto. Son temas que, por alguna misteriosa razón, los lectores pueden leer a diario sin agotarse, sin necesidad de pensar, vaya, en los últimos tiempos estos columnistas plastas siempre escriben sobre lo mismo. Lamento que alguien juzgue que las columnistas estamos muy repetidas. Pero, ¿qué nos pasa?, piensan: ¿es que no tienen otros asuntos sobre los que escribir? Yo qué sé: Cataluña, la corrupción madrileña, el vídeo de Cifuentes. Temas hay. ¿Por qué entonces andan dando últimamente la matraca con asuntos de chicas o de señoras? ¡Que las pongan a todas en una sección y que cuando el lector compre el periódico esté sobre aviso y pueda echar el cuadernillo (rosa) a la papelera! Venga, ahí van todas. Que se queden solo una o dos, las que escriban sobre Cataluña, la corrupción madrileña, el vídeo de Cifuentes o el ascenso de Ciudadanos.

Ay, lo lamento. Lamento que estemos copando secciones de los periódicos que no nos corresponden. No cabe duda de que vamos a acabar infectando el panorama periodístico y social con nuestra insistencia. Prueba de que así es está en el hecho de que en las manifestaciones que se sucedieron a la lectura de la sentencia del juicio de La Manada pudimos observar cómo ya hay hombres que se suman (voluntariamente y sin sentirse disminuidos) a la legión de mujeres que quiso informar a la justicia de que no somos idiotas, entendemos sin dificultad alguna cuál es la diferencia entre abuso y violación y entendemos que han sido los jueces los que han sometido su juicio a una interpretación trasnochada que se acerca más a la de sociedades en las que la mujer debe resistirse hasta morir para defender su pureza que al país democrático en el que creemos habitar.

Hay jueces y jueces, magistrados y magistrados. Los hay que piensan que la ley es sagrada y que por tanto es su deber apostólico interpretarla en su versión más estrecha; este tipo de profesionales empeñaron esta semana todos sus esfuerzos en explicarnos algo que entendíamos a la perfección pero con lo que estábamos radicalmente en desacuerdo. Hay otros en cambio que son capaces de colgar su toga por un momento para mezclarse con los anhelos de la calle y tener una mirada crítica hacia el ejercicio de una profesión que a los ciudadanos nos afecta de manera tan sensible.

A veces es la justicia la que se queda vieja, se pasa de fecha, como así puede ocurrirle a la medicina, a la docencia o a la literatura. Todos los oficios han de adecuar sus leyes a los que tiempos en los que se ejercen. Y quien viva esos cambios de manera traumática está prisionero del corporativismo y de la arrogancia profesional. Es posible que lo que le ocurrió a esta chiquilla haya sucedido en muchas ocasiones; así lo habían denunciado colectivos feministas sin encontrar interlocutores políticos o sociales, porque la sagrada fiesta no debía desacreditarse; es bien probable que las chicas que lo padecieran optaran por el silencio para no sentirse culpables ante una sociedad que les iba a reprochar lo que habían bebido y las horas de la noche en que andaban por la calle.

Lamento, sí, ocupar este espacio con una historia que para algunos no será más que la repetición de la eterna cantinela. No pretendo ofrecer un punto de vista original, ya he leído muy atinadas columnas estos días sobre esta desgraciada sentencia que pudiendo haber sentado un buen precedente ha supuesto una inmerecida involución. La violación, nos dicen, se produce si nos agarran del cuello o nos ponen un cuchillo en el pecho, si hay desgarros, si hay sangre o si hay muerte. Eso es la violencia, así la entiende la ley y algunos jueces. Lamento no compartir su concepto. Y simplemente deseo unir mi voz a la de muchas otras y a la de ese tipo de hombres que ha desterrado sus viejos prejuicios y entiende también qué es agredir, vejar y aterrorizar a una mujer. Esta semana considero una obligación moral la insistencia. Se trata con plena conciencia de hacer ruido.

Lo tenemos todo, ¿no? Eso es lo que piensan e insinúan quienes no llegaron a comprender la importancia del último 8 de marzo, los que fueron incapaces de empatizar con la emoción de tantas mujeres que salieron a la calle. Se trataba, y no lo entendieron, de explicarles a las empresas, a la sociedad, a los educadores, a la prensa, a la justicia que algo debe cambiar para que las mujeres no tengan miedo y sean protegidas y recompensadas si unos malos hombres les salen al paso. Lamento decir que tenemos voz para usarla, para decir, por ejemplo: no fue abuso, fue violación.

Y YO MÁS

Álvaro de Marichalar, el hermano del famoso consorte, demandó en una ocasión a un conocido escritor -no recuerdo si era Pérez-Reverte o quizá Javier Marías-, por haber aireado una "conversación privada" en el vagón de un tren. Dicha conversación, por cierto a grito pelado, fue escuchada por todos lo que compartían el habitáculo con el maleducado susodicho. Supongo que esta majadería no llegaría a nada. Yo, que ni soy famoso ni escritor, tuve que aguantar una de esas conversaciones sentado en el avión que me traía a casa desde Gran Canaria. Mi compañera hablaba por el móvil hasta el último segundo posible, o sea cuando le dijo la azafata: señorita, ¿podría apagar el teléfono?, conversación de la que todos participábamos al 50%, pues afortunadamente a su interlocutor no; supongo que sería su novio porque a) era muy joven, b) se despidió con un y después con múltiples . Aquello, que era para vomitar por el pasteleo almibarado, concluyó después de que ella, o él, se cansaran del , gracias a dios y al "modo avión".
Antes de aterrizar, cuando el piloto anunciaba lo de los cinturones, ella decidió que era el momento de volver a encender el móvil y de enviar a su novio, supongo de nuevo, un mensaje nervioso y muy rápido, entiendo para que él supiera que estábamos a punto de aterrizar y así prepararse en la zona de llegadas. Estos viajes cortos dan para mucho, no cabe duda.

PLENO


Un fin de semana pleno éste: cena el miércoles, ópera el jueves, cine el viernes, ahijados el sábado y enduro el domingo, ¿alguien da más? La ópera fantástica.

sábado, 28 de abril de 2018

¡UNA PASTILLA POR FAVOR!

Vimos anoche la película "Un lugar tranquilo" (Quiet place), película angustiosa por su temática, por su silencio. Hemos visto tanto cine, leído tanta literatura, sobre invasiones extraterrestres de nuestro planeta, que uno se pone tan fácilmente en la piel de los protagonistas que sólo ese hecho ya da miedo. En este caso se parte con una premisa muy ingeniosa, los extraterrestres son ciegos pero tienen un oído muy desarrollado, de manera que la Tierra se vuelve silenciosa. En este nuevo mundo no hay lugar para los errores, se anda descalzo sobre arena, se habla con lenguaje de signos, de da a luz sin gritos... No hay lugar para la depresión, o estás al 100% o se acabó.
Me hizo recordar una entrevista al psiquiatra Rojas Marcos, máxima figura de los hospitales públicos de Nueva York. En la entrevista hablaba de la nueva urgencia del ser humano por ser feliz, la urgencia de alejar rápidamente la tristeza, la pena. Hablaba de la obsesión de tomar pastillas cuando uno pasa por un hecho triste como la muerte de un ser querido; hecho que requiere un tiempo de duelo, de luto, de tristeza. ¿Debemos tomar pastillas para mitigar el dolor? No, el dolor es parte de la vida, como la felicidad. Ahora, si este duelo dura más tiempo de lo normal es señal de un problema, como lo sería si uno no sintiera nada al morirse un ser querido. ¡Una pastilla por favor! parece ser ahora la frase más escuchada ante una muerte. Abusamos de la palabra depresión, se ha convertido en una manera de hablar tan automática que todos pasamos por depresiones constantemente.
Me encuentro triste; estoy deprimido. Hoy estoy más preocupado de lo normal; estoy deprimido. No llego a fin de mes; estoy deprimido. Tengo mucho estrés; estoy deprimido. Siento ansiedad; estoy deprimido. Este año me quedo sin vacaciones; estoy deprimido. He engordado; estoy deprimido. Juventud divino tesoro; estoy deprimido. Y así una y otra vez caemos en la depresión tantas veces como nos da sed o sueño. 
Si es verdad que estamos deprimidos, es algo muy serio, no cabe duda. No tenemos ganas de salir, de levantarnos de la cama, de ducharnos, de sociabilizar, de nada. Es un momento muy duro que hay que sobrellevar con ayuda, la que sea, médica, familiar, etc. Si lo que tenemos es otra cosas pues a la carga, a buscar una solución si está en nuestras manos, y si no la está pues a buscar ayuda también. ¿Qué porcentaje de depresiones habrá en el tercer mundo donde no tienen ni para comer? Sólo me pregunto.

lunes, 23 de abril de 2018

DÍA DEL LIBRO

Estamos de aniversario, Cervantes, Sheakspeare y Garcilaso de la Vega, además del Día del Libro, San Jorge, San Jordi, las rosas. 
Para celebrarlo un par de libros autorregalados, de los cuales he empezado a leer el primero de la serie del comisario Adamsberg, "El hombre de los círculos azules". ¿El otro?, "Que se levanten los muertos", a su vez también el primero de la serie Los tres evangelistas. Ya ven, este año toca literatura de Fred Vargas.

domingo, 22 de abril de 2018

3 PARA UNA MAÑANA DE DOMINGO

Ben Howard, *Promise.
Dead Can Dance, *The host of Seraphim.
Javier Navarrete, *A tale.

EL ZOO DE JAIME



El joven con autismo que diseñará tu próxima camiseta
SARA POLO. Madrid. 21 ABR. 2018 03:01

Jaime no lo sabe, pero a sus 23 años es un cotizado diseñador. Sus dibujos de animales, su forma de comunicarse con el mundo, están ahora en miles de camisetas. Famosos como Emilio Aragón y Maribel Verdú lucen prendas con sus estampados y una multinacional textil quiere incoporarle a su catálogo

Jaime sólo levanta la vista del papel para mirar de reojo a la cámara que desde hace un buen rato le observa dibujar. Está en su mundo, uno muy colorido con nubes en forma de menhir y decenas de animales con nombres exóticos, todos muy ordenaditos en filas y columnas. Pero esa presencia extraña lo incomoda: «¡¡¡Socorro!!!».
Es la señal, una especie de contraseña. Hay que dejarlo en paz. Su padre acude y le explica, con mucha dulzura, que no pasa nada, que sólo le están haciendo unas fotos porque sus dibujos son muy bonitos. Y lo son: son preciosos. Pero además, son la única forma que tiene Jaime de comunicarse con el mundo exterior y aspiran a convertirse en su mejor arma de futuro: estampados en camisetas y sudaderas, se están convirtiendo en una de las prendas más deseadas del momento. Ya las lucen famosos como Emilio Aragón y Maribel Verdú, se venden la web de El Corte Inglés y negocia con una multinacional textil que quiere incorporar sus dibujos a su catálogo.
Cuando nació, Jaime era un bebé como cualquier otro, solo que no lloraba. «La gente me decía que menuda bendición, y yo también pensaba que vaya suerte habíamos tenido. Ahora te diría que si un bebé no llora es que algo malo le pasa», cuenta Sole. Se le llenan los ojos de lágrimas cuando recuerda aquel clic: «Teníamos esa comunicación que tienen los niños muy pequeños con sus mamás, yo le daba de mamar y él me miraba, me sonreía... Y de repente, cuando iba a cumplir dos años, fue como si cortaran el cable del teléfono en medio de una llamada».
Casi 12 meses tardaron en encontrar una respuesta. Tras noches y noches sin dormir observándolo, Sole y Javier sabían que a su hijo le pasaba algo grave y peregrinaron por consultas de médicos, psicólogos, logopedas... Y no, Jaime no padecía sordera como todo el mundo pensaba: tenía autismo. Autismo severo de Kanner, como diagnóstico exacto. «Fue liberador, por fin teníamos algún arma para ayudarlo y para entenderlo, pero el autismo es una enfermedad tan misteriosa...», rememora ella. De aquello han pasado 20 años y las cosas han avanzado mucho, pero el misterio aún no se ha disipado del todo.
De cómo Jaime, sin saberlo, se ha convertido en un codiciado diseñador va esta historia, que arranca poco después de que la palabra autismo entrara en el diccionario familiar de este piso decimonónico del madrileño barrio de Salamanca en el que entra a raudales la luz primaveral. De eso y de cómo la genética se empeña en superar cualquier barrera. El que a lo suyo no sale...
Sole Alonso diseña y confecciona vestidos de novia; Javier Martínez es arquitecto. En su casa siempre se ha pintado, pero ahora las tornas han cambiado: «Toda la vida pensando que íbamos a tener que mantener a Jaime y lo mismo nos acaba manteniendo él a nosotros».
A Jaime, como a todos, le encantan los fines de semana. Todas las mañanas se levanta y dice: «Hoy viernes, mañana sábado». Y punto. Eso significa quedarse en casa y pintar, pintar hasta caer rendido. En papeles, en cuadernos, hasta en las paredes. Para evitar males mayores, Sole y Javier han convertido las paredes del pasillo en una gigantesca pizarra. Allí, a lo grande, ensaya su hijo los diseños que luego llevará al papel y que terminarán enmarcados en algún rincón, recogidos en alguno de los múltiples libros que sirven de archivo artístico o, por qué no, estampados en la camiseta de moda en el Instagram de algún famoso.
La conversación transcurre mientras él dibuja y dibuja, ajeno a todo, murmurando, como un mantra, frases inconexas de El Rey León, su película favorita y motivo de muchas de sus obras. Sólo ha visto el musical una vez y la emoción fue tal que sus padres pensaron que le iba a dar algo. Porque Jaime, además de tener autismo, es epiléptico, como el 20% de quienes padecen un trastorno como el suyo. El año ha empezado agridulce en casa, con varios ataques pero con un Jaime más comunicativo que de costumbre, dentro de sus posibilidades. Hace un mes que no va al centro de día. Todos los días son sábado, así que está tan contento.
Hablamos de él, de cómo su padre utiliza la lengua de signos para acciones básicas, como trabajar, dibujar (cómo no), saludar o comer; de cómo a veces se enfurruña y hay que adivinar si le duele algo o si le apetece un bocata de chorizo; de que a veces le da por cantar «canciones blanditas», porque es «un cursi»; de que sueña con Disneyland París pero posiblemente nunca lo visite, demasiadas emociones para alguien tan sensible; de que uno de los días más felices de su vida lo pasó en una instalación artística rodeado de luces de colores que le trepaban por el cuerpo como gusanos, y de cómo volvió a casa y corrió a dibujarlo.
Nosotros hablamos y él dibuja, ajeno a todo, en su mundo. Pero de repente aparece con unas tijeras en la mano. A veces colorea con tal intensidad que los rotuladores atraviesan el papel, y ahí hay dos opciones: si el agujerito es redondo y no queda demasiado mal, pasa a formar parte de la obra; si no le gusta, hay que parchear. El agujerito de ahora no le ha gustado a Jaime. «Papá corta», blande las tijeras. En su mundo, papá es el que recorta y mamá la que lee, y no hay más que hablar. Así que Javier, con una paciencia infinita, recorta un cuadradito de papel blanco tras otro hasta que el parche, pegado con celo por detrás del folio, se adapta al gusto de su hijo. Y es un gusto exigente.
En el riquísimo mundo interior de Jaime todo tiene un orden. Las cosas son como son y evolucionan, sí, pero dentro de un orden. En la entrada a casa hay una cebra gigantesca envuelta en plástico apoyada contra la pared que decorará el enésimo pop up de los últimos meses. Pues bien, no es una cebra, es LA cebra. De perfil, con su orejita agachada hacia atrás, sus rayitas blancas y negras que parecen trazadas con tiralíneas, sus crines rectangulares y su cola en forma de triángulo peludo. La primera cebra que pintó la tienen sus padres colgada en la habitación. Efectivamente, no ha cambiado demasiado, es LA cebra, solo que con un estilo más infantil.
En cambio, los motivos de sus obras sí han variado porque, aunque ahora se incline hacia el mundo animal, su primera obsesión iba sobre ruedas. Era aún muy pequeño cuando se acercó por primera vez a la mesa en la que sus padres dibujaban, cada uno enfrascado en su propia creación. El niño se sentaba allí, entre los dos, y los observaba con esa forma de observar que tienen los autistas, con la mirada como vacía pero tremendamente llena de curiosidad, todo a la vez.
Su madre lo quería entretener y le pintaba el tren de Dumbo. Su parte favorita llegaba cuando las jirafas asomaban del vagón, las señalaba y pedía -o exigía- que fueran más altas, o más esbeltas. «Cuando empezó a hablar un poco me decía: 'Mámá, pinta tren', y yo le contestaba: 'Píntalo tú'». Y así empezó la relación de Jaime con las ceras, una época, con los rotuladores otra, incluso con los acrílicos, para desesperación familiar: «¡Gasta litros y litros de pintura!».
Lo suyo con los animales es verdadera fascinación porque «interactúan con él a su manera». No le exigen respuesta ni empatía. Son lo que son, hacen lo que hacen, y ya. Jaime devora documentales, tiene una colección de National Geographic que desborda las estanterías, quién sabe si aprendió a leer y a escribir sólo para ser capaz de buscar nuevas especies en Google, bichos de la Sabana Africana que nadie conocía en casahasta que él los convirtió en ilustración.
Su primera incursión en el mundo de la moda no fue tan agradable como cabría esperar. Gajes del oficio, Sole vio que su hijo hacía unos dibujos «monísimos» y no pudo evitar llevarlos a su terreno. La familia entera viste casi a diario camisetas y sudaderas blancas y grises con las ilustraciones de Jaime en el pecho y el nombre trazado en letras irregulares pero redonditas a la espalda, o viceversa.
El verano pasado se fueron a su casa de vacaciones, en Sanxenxo, y de repente todo el mundo quería ponerse «un Jaime». Hubo un gran pedido, hubo gente por las mañanas comprando género y hubo una primera bajada a una playa plagadita de animales de Jaime. El horror. «Pobrecito, estaba angustiadísimo porque veía sus dibujos arrugados por el suelo llenos de arena», se ríe ahora su madre, y se acuerda de su hijo, desesperado, limpiando camisetas sin entender bien qué estaba pasando allí.
Cada mañana, Jaime despierta con una agenda que detalla todo lo que va a hacer en el día, para que no haya sorpresas. Cuando las cosas van pasando, él las dibuja en su agenda, ya sea una película «de tiros» o una visita a la abuela. Hoy quizá dibuje una cámara, o un periódico. O quizá un SOS...

OBRAS QUE ME ALIMENTAN

Por obras como ésta sigo manteniendo mi vocación de arquitecto, y cuesta. Se trata del Pabellón portugués de la Expo'98. Sin palabras.
Álvaro Siza.

ALGUNOS AÑOS HA

San Francisco.

Junto con Nueva York, San Francisco es mi ciudad preferida de Estados Unidos, la conozco muy bien y me encanta volver. Tener un amigo íntimo que vive allí y que además es el perfecto anfitrión es un plus, ¿no les parece? Cuento los días para volver.

ISRAEL, 70 AÑOS DE INDEPENDENCIA



La Declaración de independencia de Israel (en hebreo: הכרזת העצמאות) tuvo lugar el 14 de mayo de 1948 en el Museo de Arte de Tel Aviv, en el número 16 del bulevar Rotchschild, coincidiendo con la finalización legal del Mandato Británico de Palestina, la añorada «Tierra de Israel» (Eretz Israel) de los judíos. La declaración se llevó a cabo tras haberse aprobado un año antes en la Asamblea General de las Naciones Unidas el Plan de partición de Palestina en dos Estados, uno árabe y otro judío, aceptado por la comunidad judía y rechazado por la comunidad árabe.
La fecha programada por los británicos para la expiración de su mandato, el día 15 a las cero horas, coincidía con el sabbat, de modo que las autoridades judías decidieron adelantar la ceremonia oficial a las cuatro de la tarde del viernes 14, ocho horas antes de que el alto comisario Alan Cunningham abandonara el puerto de Haifa junto con las últimas autoridades británicas.

La ceremonia fue organizada con prisas y sin boato, en un modesto salón, bajo un retrato de Theodor Herzl, el fundador del sionismo, flanqueado por dos largas banderas blanquiazules con la estrella de David. Participaron las autoridades judías, alcaldes, líderes políticos y religiosos, intelectuales y periodistas que pudieron llegar a Tel Aviv, en total unas 350 personas, ya que Jerusalén se encontraba en esos momentos cercada por las tropas profesionales y bien equipadas de la Legión Árabe transjordana, ya a las puertas de la Ciudad Vieja, en el marco de la guerra civil.

La histórica declaración, de carácter estrictamente laico pero que establecía un vínculo con la cultura y la historia de los antepasados judíos, fue leída por David Ben-Gurión y comenzaba así:
Eretz Israel ha sido la cuna del pueblo judío. Aquí se ha forjado su personalidad espiritual, religiosa y nacional. Aquí ha vivido como pueblo libre y soberano; aquí ha creado una cultura con valores nacionales y universales.
A continuación fue mencionando con rapidez los hitos que había atravesado el pueblo judío en su historia reciente, recordando el largo exilio y el moderno Yishuv, sin olvidarse de evocar a Herzl y a la Declaración Balfour, el Holocaustoy el voto favorable de la ONU.

Se afirmaba que el nuevo Estado se basaría en los principios de libertad, justicia y paz, abierto a la inmigración de todos los judíos del mundo (reclama la solidaridad de la Diáspora), y garantizando la igualdad de derechos y libertades para todos sus ciudadanos, sin distinción. Solicitaba también ser admitido en la ONU e invitaba a los vecinos árabes a convivir en paz y buena vecindad, con ayuda y cooperación mutua.
Acababa proclamando, «en virtud del derecho natural e histórico del pueblo judío, así como la resolución de las Naciones Unidas», un Estado judío en Palestina, que llevará el nombre de «Estado de Israel».
Por medio de la palabra bíblica «Roca de Israel» (Tsur Israel) para evitar mencionar a Dios en un texto político, la declaración concluía con estas palabras:
Depositando la confianza en la «Roca de Israel», suscribimos esta declaración en la sesión del Consejo provisional de Pueblo sobre el suelo de la patria, en la ciudad de Tel Aviv, la víspera del shabat, 5 del mes iyar de 5708 (14 de mayo de 1948).
Tras la lectura de la Declaración, hubo todavía tiempo para derogar las leyes represivas y antiinmigratorias del Gobierno británico (véase Libro Blanco) y Ben-Gurión cerró la sesión tras los acordes de Hatikva, el himno nacional del sionismo y luego de Israel. En total, toda la ceremonia duró 32 minutos.
Con la excepción del mundo araboislámico, la declaración encontró una respuesta inmediata y universalmente favorable: así, esa misma noche, once minutos después de que expirase el Mandato BritánicoEstados Unidosreconoció al nuevo Estado de Israel. La Unión Soviética lo hizo tres días después. La noche siguiente a la declaración, los ejércitos de cinco países árabes (TransjordaniaEgiptoSiriaLíbano e Irak) cruzaron la frontera e iniciaron la invasión del antiguo Mandato, dando así comienzo a la primera guerra árabe-israelí.



LA TREGUA

Ando con "La tregua", de Mario Benedetti, libro que me llevé anoche al concierto para entretenerme durante el descanso pues no suelo salir a estirar las piernas. Estaba leyendo el capítulo de la cena en casa del Adoquiín y se me saltaban las lágrimas de la risa. Si alguien me vio pensaría ¿quién es ese loco que se ríe solo?

NOCHE DE SENSIBILIDADES


Otra noche de catarsis asistiendo al concierto de la sinfónica de Tenerife, para terminar una semana llena de sobresaltos con final feliz; la vida me da otra tregua, de esto estoy seguro, y más aún al leer lo de la muerte del DJ sueco Avicci, muerto por 26 años por "mala vida" dicen los periódicos. Mala vida llaman a lo que parece estrés, mala vida, descanse en paz. Volviendo al concierto de anoche, magnífico. Presentación del que parece será el nuevo director titular de la Orquesta, Antonio Méndez, estupendo, y Concierto para violonchelo y orquesta nº1 de Haydn interpretado por Pablo Ferrández, un músico de 25 años considerado ya una de las figuras mundiales del violonchelo. Sensibilidad 100%.

Pablo Ferrández y Zubin Mehta
*Tchaikovsky y Rococo Variationz.

LOS PERROS DUROS NO BAILAN

Pérez-Reverte: “La gente lleva su biografía en los ojos”
El escritor publica nueva novela, 'Los perros duros no bailan', y habla de los sentimientos y de su obra.
https://elpais.com/cultura/2018/04/18/actualidad/1524047072_932404.html

Es una novela de acción. Los perros duros no bailan (Alfaguara, 2018) no es (únicamente) lo que parece desde el título, desde la tremenda portada en la que Negro, el protagonista, presenta su cara y su alma, sus principios, esa cara que lo dice todo. Es, además, una novela sobre los hombres, sobre los sentimientos de los perros y de los hombres, pues es un hombre, Arturo Pérez-Reverte, el que les da lenguaje y mirada. Mirada: sobre todo mirada. Si escuchan esta entrevista hasta el final, entenderán que este escritor que está en la actualidad y en la historia por su verbo directo, casi encarnado, afilado, es también el novelista que en El pintor de batallas o en El Tango de la Guardia Vieja se ocupa de los asuntos del alma con la melancolía que alguna vez, también escribiendo de perros, le hace asomar una lagrimita.
A través de un chat abierto en la web de EL PAÍS hallarán ustedes además la oportunidad para preguntarle al autor de Los perros duros no bailan de todo lo perruno y de todo lo humano. 

COMPARTIR

Pocas cosas hay más sencillas y placenteras que compartir un agradable almuerzo con una amiga, buena comida y mejor compañía.

SIETE

Interesantísimo ensayo el del teólogo Hans Küns titulado "Siete Papas (experiencia personal y balance de la época". He empezado leyendo la época, corta, de Juan Pablo I y ya he pasado al Papa polaco. Política, finanzas e historia con un pequeño toque de religión.
Como teólogo, sacerdote y autor, Hans Küng ha servido a la Iglesia católica durante toda su vida. En este tiempo ha conocido papados muy distintos. Ahora echa la vista atrás y escribe sobre «sus» siete papas: «experiencias muy individuales que yo personalmente, de forma ya directa, ya indirecta, he vivido con los últimos siete papas». Pero Küng no se limita a elaborar con maestría y soltura el retrato de cada una de estas siete personalidades, pues hace a la vez una valoración crítica de sus respectivos pontificados. La experiencia necesariamente viene iluminada por «conocimientos a menudo no convencionales, pero justificables, de los que me he ido percatando en el curso de mis estudios, prolongados durante años, de la historia de los papas y de la ideología papal». Así, experiencias y conocimientos adquieren en este testigo de su tiempo, observador y actor privilegiado, el rango de un balance de la época que desemboca en una reflexión final: «¿Qué papado tiene futuro?».

domingo, 15 de abril de 2018

LUZ, OSCURIDAD Y VICEVERSA

Win Wenders nos tiene acostumbrados a un cine personal, diferente, nada de "planteamiento, nudo y desenlace", ¿para qué? En esta película no iba a ser de otra manera; un planteamiento sencillo, clásico y convencional: chico conoce a chica. A partir de ahí nos presenta un cocktail difícil de explicar, donde se mezcla la realidad desordenada -como la vida misma- asuntos de ahora y de siempre. Amor, separación, desesperación, terrorismo, espionaje, ciencia, religión, fanatismo, profundidades marinas. Todo contado con un toque de esperanza a pesar de la dura realidad que se nos muestra.

1990-2018

Andaba yo por aquel 1990 sentado en la terraza del Hotel New Stanley de Nairobi cuando leo en la primara página del periódico local, en grandes letras, IRAK INVADES KUWAIT. Aquella noticia fue el empezar de lo que sería la 1ª Guerra del Golfo. Luego vendría la 2ª, el 11-S, la Primavera Árabe, la guerra de Siria, el Estado Islámico... hasta hoy.
Si en 1990 comenzaba una nueva era en el mundo, a saber qué ocurrirá a partir de hoy cuando los periódicos no hablan de Kuwait sino de Siria. A partir de ahora empezaremos a escuchar, leer, ver o todo junto una retahíla de comentarios, interminables, sobre la decisión de Trump y sus aliados de bombardear Damasco, de dar otra vuelta de tuerca. La política internacional es complicada, difícil, y la bélica supongo que más aún. Pero, ¿puede o debe el mundo seguir impasible antes las barbaridades del sátrapa Bashar al-Ásad? Sólo me lo pregunto porque la Historia se va escribiendo día a día y además televisada en directo.

FANTÁSTICO CONCIERTO

Pues sí, eso mismo, fantástico el concierto de la Sinfónica de Tenerife anoche en el auditorio de Santa Cruz, en esta ocasión la pieza fuerte era el concierto para violín de Sibelius, uno de mis favoritos. La orquesta a la altura a la que nos tiene acostumbrados, magnífica; el director estupendo y la violinista una maravilla. No se puede pedir más. 
Después, al salir, pertrechado con un ensayo escrito por "incómodo" teólogo sobre los últimos Papas, me regalé un japonés para cenar antes de volver a casa en moto, adonde llegué finalmente congelado.

Leonard Bernstein, *Candide Overture.

viernes, 13 de abril de 2018

DELIRIOS DE GRANDEZA

Un amigo los hubiera llamado "desclasados", yo no sabría qué adjetivo utilizar. ¿Qué mueve a una persona a inventarse una vida, unos títulos, que no tiene? Imagino que los complejos, delirios de grandeza o vete tú a saber. Si el asunto Cifuentes no termina nunca hoy escucho en la radio que otro político, esta vez en Galicia, "se equivocó" en su currículum y puso que era ingeniero por error; éste al menos ha tenido la decencia de dimitir. Me apresuro a revisar mi CV por si acaso me equivoqué y dije que tengo los títulos de piano, dirección de orquesta e ingeniero astrofísico, porque al menos el de Arquitectura sí recuerdo haberlo cursado, palabra. No hablamos ya de mentir en los conocimientos de idioma -léase inglésnivelmedio, el segundo idioma más hablado en España-, o en algo tan subjetivo como tener don de gentes, altas capacidades amatorias o para hablar en público, etc. No, hablamos de un título universitario y no precisamente de una universidad en un país donde la legalidad pueda estar en entredicho. Pues aquí tenemos a una Presidenta de Madrid que aporta un máster sin haberlo cursado (presuntamente, por supuesto) en una universidad donde nadie recuerda haberla visto y donde algunos profesores reconocen que su firma ha sido falsificada y también a un fantasma del PP que confunde Harvad con Aravaca, sólo para empezar a hablar. Pues a mi me pidieron entregar mi título universitario para poder empezar a trabajar, ¡y lo entregué!