domingo, 29 de abril de 2018
DICHOSO PROSELITISMO
La vuelta de mi abuela Lola
Asistimos al regreso de una clase de argumentos pacatos y primitivos que abrazan una visión retrógrada del arte y amenazan la libertad creadora.
Que me disculpen los memoriosos,
porque sé que esto lo he contado, aunque no seguramente en esta página: mi
abuela Lola era una mujer muy buena, dulce y risueña, lo cual no le impedía ser
también extremadamente católica. Y recuerdo haberle oído de niño la siguiente
afirmación, dirigida a mis hermanos y a mí: “A ustedes les hace mucha gracia”
(era habanera), “y quizá la tenga, pero yo no voy a ver películas de Charlot
porque se ha divorciado muchas veces”. Hasta hace cuatro días, este tipo de
reservas pertenecían al pasado remoto. Mi abuela había nacido hacia 1890, y
desde luego era muy libre de no ir a ver el cine de Chaplin por los motivos que
se le antojaran, como cualquier otra persona. Lo insólito es que esta clase de
argumentos extraartísticos y pacatos hayan regresado, y que los aduzcan
individuos que se tienen por “modernos”, inverosímilmente de izquierdas,
educados, aparentemente racionales y hasta críticos profesionales.
Leo en un artículo de Fernanda
Solórzano un resumen de otro reciente de un conocido crítico cinematográfico británico,
Mark Cousins, titulado “La edad del consentimiento”. Cuenta Solórzano que en él
Cousins anuncia que a partir de ahora “dejará de habitarla imaginación de
directores como Woody Allen y Polanski”, a los que “negará su consentimiento”.
Compara ver películas de estos autores con
visitar países con regímenes dictatoriales, o aún peor, con contemplar vídeos
del Daesh con decapitaciones reales. “Aunque sus ficciones no muestren
violencia, son imaginadas por sujetos perversos”, explica. Se deduce de esta
frase que las películas que sí muestren violencia —ficticia, pero el hombre no
distingue— serán aún más equiparables a los susodichos vídeos del Daesh, por lo
que, me imagino, Cousins tampoco podrá ver la mayor parte del cine mundial de
todos los tiempos, de Tarantino a Peckinpah a Coppola a Siegel a Ford a todos
los thrillers, westerns y cintas bélicas. Lo absurdo es que no
haya anunciado de inmediato, en el mismo texto, que renuncia a las salas
oscuras y por lo tanto a su labor de crítico, para la que es evidente que queda
incapacitado. Al contrario, entiendo que asegura, con descomunal cinismo, que
su adhesión a “lo correcto” no afectará su juicio estético. Un disparate en
quien se propone juzgar desde una perspectiva moralista, “edificante” y
puritana. Ojo, no ya sólo las obras, sino la vida privada de sus responsables.
Siempre según Solórzano, “en adelante Cousins sólo visitará la imaginación de
artistas de comportamiento íntegro”.
Este Cousins es tan libre como mi
abuela, y lo que haga me trae sin cuidado. Pero, claro, no es un caso aislado,
ni el único primitivo que abraza esta visión retrógrada del arte. Constituye
toda una corriente que amenaza no sólo el oficio de crítico, sino la libertad
creadora. ¿Qué es un “comportamiento íntegro”, por otra parte? Dependerá del
criterio subjetivo de cada cual. Para los cuatro ministros de nuestro Gobierno
que hace poco cantaron “Soy el novio de la muerte” en una alegre concentración
de encapuchados, el concepto de “integridad” será por fuerza muy distinto del
mío. Y luego, ¿cómo se averigua eso? Antes de ir a ver una película —de
“visitar la imaginación” de un director, como dice Cousins con imperdonable
cursilería—, habrá que contratar a un detective que examine la vida entera de
ese cineasta, a ver si podemos dignarnos contemplar su trabajo. En algunos
casos ya sabemos algo, que nos reducirá drásticamente nuestra gama de lecturas,
de sesiones de cine y de museos. Nada de “visitar” a Hitchcock ni a Picasso, de los
que se cuentan abusos, ni a Kazan, que se portó mal durante la caza
de brujas de McCarthy, ni a Caravaggio ni a Marlowe ni a Baretti, con
homicidios a sus espaldas, ni a Welles ni a Ford, que eran despóticos en los
rodajes, ni a Truffaut, que cambió mucho de mujeres y algunas sufrieron. Nada
de leer a Faulkner ni a Fitzgerald ni a Lowry, que se emborrachaban, y el tercero
estuvo a punto de matar a su mujer en un delirio; ni a Neruda ni a Alberti, que
escribieron loas a Stalin, ni a García Márquez, que alabó hasta lo indecible a
un tirano; no digamos a Céline, Drieu la Rochelle, Hamsun y Heidegger,
pronazis; tampoco a Stevenson, que de joven anduvo con maleantes, ni a Genet,
que pagaba a chaperos, ni a nadie que fuera de putas. Ojo con Flaubert, que fue
juzgado, y con Cervantes y Wilde, que pasaron por la cárcel; Mann se portó mal
con su mujer y espiaba a jovencitos, y no hablemos de los cantantes de rock,
probablemente ninguno cumpliría con el “comportamiento íntegro” que exigen el
pseudocrítico Cousins y las legiones de policías de la virtud que hoy lo azuzan
y lo amparan.
Ya es hora de que toda esta
corriente reconozca su verdadero rostro: se trata de gente que detesta el arte
y a los artistas, que quisiera suprimirlos o dictarles obras dóciles y mansas,
y además conductas personales sin tacha, según su moral particular y severa. Es
exactamente lo que les exigieron el nazismo y el stalinismo, bajo los cuales
toda la gente de valía acabó exiliada, en un gulag o asesinada, lo
mismo que Machado y Lorca en España. No a otra cosa que a la represión y la
persecución está dando su consentimiento esta corriente de inquisidores
vocacionales. Al menos mi abuela Lola no ejercía el proselitismo, ni intentaba
imponer nada a nadie.
PERDONAR SÍ, OLVIDAR JAMÁS
«Mi padre murió orgulloso por haber salvado a miles de
judíos de los nazis»
Eva Benatar y los descendientes de Ángel Sanz Briz, el
«Ángel de Budapest», analizan la figura del diplomático español que evitó que
5.200 personas fueran asesinadas en Auschwitz.
Manuel P. Villatoro. 27/04/2018 12:01h
http://www.abc.es/cultura/abci-padre-murio-orgulloso-haber-salvado-miles-judios-nazis-201804271148_noticia.html
Aunque no recuerda aquel momento, a Eva Leitman Bohrer
Benatar (que se presenta como Eva Benatar porque es mucho más
sencillo de pronunciar para los españoles) su madre le contó que nació en un
sótano de la Hungría dominada por Adolf Hitler allá por junio de
1944. Para ser más concretos, mientras decenas de bombas aliadas caían sobre
sus cabezas. «Nací en un sótano y no puedo quitarme ni seis meses de edad,
porque entonces mi historia no cuadraría», bromea en declaracioens a ABC.
Tanto ella como su madre eran parte de la comunidad judía
que los nazis perseguían hasta la muerte en aquel país. El mismo que, apenas
unos meses antes, era una de las perlas más bellas de Europa. Todo apuntaba a
que acabaría, como más de 400.000 de sus paisanos, en la pasarela de Auschwitz. Sin embargo, logró salvarse
gracias a un diplomático español, Ángel Sanz Briz. El mismo hombre que,
con pericia y argucias, evitó que fueran enviadas a la cámara de gas más de
5.000 personas y que, según desvela a ABC su hijo, Juan Carlos, terminó
sus días feliz: «Mi padre murió orgulloso por haber salvado a miles de judíos
de los nazis».
La historia de Benatar, que ella misma narra a este diario
antes de participar en un acto sobre Sanz Briz organizado en el marco
de la Exposición Auschwitz de Madrid, fue una de
las tantas que hoy pueden narrarse gracias a que un hombre puso en riesgo su
vida.
«Ángel llegó a Budapest cuando todavía era un lugar
tranquilo. Pero en el año 1944 todo cambió», explica a este diario Ángeles
Sanz Briz, hija también del diplomático zaragozano. No le falta razón. Y es
que, fue entonces cuando los nazis invadieron el país y ascendieron al gobierno
sus simpatizantes húngaros: el partido de la «Cruz Flechada». «A partir de
entonces comenzó la deportación y aniquilación sistemática de los judíos. Mi
padre, que vivía allí, no pudo soportar esa situación», desvela la
descendiente.
Desesperado, el bautizado a la postre como «Ángel de Budapest» (entonces miembro de la
legación española en Hungría) logró que el gobierno local le entregase unos
pocos pasaportes individuales para salvar a los escasos judíos sefarditas (descendientes de
españoles) que hubiera en el país. Para ello, se basó en un decreto de 1924 en el que Miguel Primo de Rivera establecía la
posibilidad de recuperar la nacionalidad a los miembros de este colectivo si
así lo deseaban. Una norma que, según desvela Javier Santamarta en «Siempre tuvimos héroes» (Edaf) había
expirado el 31 de diciembre de 1930. «Les engañó, y mi padre jamás mentía, pero
el horror que vio le cambió», añade Juan Carlos.
Estos pasaportes (300 en total, según se desveló el
miércoles en el acto) fueron entregados por el diplomático no solo a sefardíes,
sino a cualquiera que demostrara una mínima conexión con España. «Además, Ángel
Sanz Briz “declinó” estos documentos y emitió más como si fueran una serie (200-A,
200-B...) para salvar todavía más personas», destaca Benatar.
Ella conoce bien el caso, pues su madre logró uno de esos
visados. «Estaba escondida sin saber qué hacer. Como todavía funcionaba el
correo, y recibía cartas de mi abuela (que había emigrado a Madrid poco antes)
se fue con un sello español a la embajada para demostrar que estaba relacionada
con el país», completa la superviviente. El «Ángel de Budapest» aceptó aquello
y les concedió uno de sus preciados tesoros. «Estuvimos varias semanas en
uno de los pisos que él tenía alquilados para los refugiados hasta que pudimos
huir», completa.
Como ella, otras 5.200 personas lograron escapar a la muerte
y a la infamia nazi gracias a San Briz.
Todo indicaba que este zaragozano se convertiría en un héroe
tras arribar de nuevo a España. Pero nada más lejos de la realidad. Fue
olvidado totalmente. Al menos, hasta que el gobierno quiso acercarse a la
comunidad judía en años posteriores. «En un momento dado Franco necesitó argumentos para
mejorar las relaciones con Israel, y pidió a mi padre que dijera que había
actuado en nombre del jefe del estado, cosa que no era verdad. Y él,
anteponiendo los intereses del país a los suyos particulares y cumpliendo su
deber como funcionario, así lo hizo», desvela Juan Carlos.
Con todo, su gesta le valió finalmente ser reconocido a
nivel internacional en 1966, cuando recibió el título de Justo entre las
Naciones. A nivel profesional tampoco le fue mal. «Después estuvo en Suiza,
en San Francisco como observador de la Sociedad de Naciones, y
se convirtió en el primer embajador de España en la China comunista de Mao.
Murió como diplomático de la Santa Sede», finaliza su hija.
Perdonar sí, olvidar, jamás
Por otra parte, y cuando faltan apenas unas jornadas para la
conmemoración del día en que Adolf Hitler se suicidó en el
«Führerbunker» para no sufrir una muerte horrenda a manos de los soviéticos, la
pregunta a Benatar es obligada:
-¿Puede alguien cuya familia fue asesinado por los nazis
perdonar?
«Es una pregunta difícil. Cuando veo alemanes de cierta
edad, siempre me cuestiono si habrán colaborado o no, porque la colaboración de
la sociedad con los nazis sí fue generalizada. Lo que puedo decir es que no se
ha hecho lo suficiente después de la guerra para depurar y castigar a los
culpables. La mayoría de los funcionarios de base colaboraron, y nadie los
castigó. Únicamente se juzgó a los jerarcas más destacados». Y es que, según arguye, es muy difícil que nadie se
enterarse lo que estaba sucediendo en los campos de concentración: «A partir
del año 1942, el que quería saber lo que sucede lo sabía». En este sentido, también da un tirón de orejas a americanos
y británicos. «Los mismos aliados tenían conocimiento de lo que estaba pasando
en los campos de concentración y sabían que, en Hungría, Eichmann estaba
deportando y asesinado a los judíos al final de la guerra, cuando ya estaba
todo perdido para ellos. ¿Hubiera sido tan difícil destruir las vías de tren
que llevaban a los prisioneros hasta los campos para salvar a 430.000 personas?
No lo creo, pero había muchos intereses antes como liberar el país antes que
los rusos», finaliza.
SÍ ES SÍ, NO ES NO. ASÍ DE FÁCIL
Lamento insistir
Tenemos voz para usarla, para decir, por ejemplo: no fue
abuso, fue violación.
https://elpais.com/cultura/2018/04/28/actualidad/1524930418_922477.html
Lamento herir la sensibilidad de lectores que piensan que de
un tiempo a esta parte las mujeres no escribimos más que de cositas de mujeres.
Lamento que piensen que las cosas de mujeres son de segunda categoría o que no
las consideren de interés general. Lo lamento. Lamento romperles su paz
interior, esa paz que consiste en leer solo análisis políticos sobre Cataluña,
la corrupción madrileña o las encuestas de intención de voto. Son temas que,
por alguna misteriosa razón, los lectores pueden leer a diario sin agotarse,
sin necesidad de pensar, vaya, en los últimos tiempos estos columnistas plastas
siempre escriben sobre lo mismo. Lamento que alguien juzgue que las columnistas
estamos muy repetidas. Pero, ¿qué nos pasa?, piensan: ¿es que no tienen otros
asuntos sobre los que escribir? Yo qué sé: Cataluña, la corrupción madrileña,
el vídeo de Cifuentes. Temas hay. ¿Por qué entonces andan dando últimamente la
matraca con asuntos de chicas o de señoras? ¡Que las pongan a todas en una
sección y que cuando el lector compre el periódico esté sobre aviso y pueda
echar el cuadernillo (rosa) a la papelera! Venga, ahí van todas. Que se queden
solo una o dos, las que escriban sobre Cataluña, la corrupción madrileña, el
vídeo de Cifuentes o el ascenso de Ciudadanos.
Ay, lo lamento. Lamento que estemos copando secciones de los
periódicos que no nos corresponden. No cabe duda de que vamos a acabar
infectando el panorama periodístico y social con nuestra insistencia. Prueba de
que así es está en el hecho de que en las manifestaciones que se sucedieron a
la lectura de la sentencia del juicio de La Manada pudimos observar
cómo ya hay hombres que se suman (voluntariamente y sin sentirse disminuidos) a
la legión de mujeres que quiso informar a la justicia de que no somos idiotas,
entendemos sin dificultad alguna cuál es la diferencia entre abuso y violación
y entendemos que han sido los jueces los que han sometido su juicio a una
interpretación trasnochada que se acerca más a la de sociedades en las que la
mujer debe resistirse hasta morir para defender su pureza que al país
democrático en el que creemos habitar.
Hay jueces y jueces, magistrados y magistrados. Los hay que
piensan que la ley es sagrada y que por tanto es su deber apostólico
interpretarla en su versión más estrecha; este tipo de profesionales empeñaron
esta semana todos sus esfuerzos en explicarnos algo que entendíamos a la
perfección pero con lo que estábamos radicalmente en desacuerdo. Hay otros en
cambio que son capaces de colgar su toga por un momento para mezclarse con los
anhelos de la calle y tener una mirada crítica hacia el ejercicio de una profesión
que a los ciudadanos nos afecta de manera tan sensible.
A veces es la justicia la que se queda vieja, se pasa de
fecha, como así puede ocurrirle a la medicina, a la docencia o a la literatura.
Todos los oficios han de adecuar sus leyes a los que tiempos en los que se
ejercen. Y quien viva esos cambios de manera traumática está prisionero del
corporativismo y de la arrogancia profesional. Es posible que lo que le ocurrió
a esta chiquilla haya sucedido en muchas ocasiones; así lo habían denunciado
colectivos feministas sin encontrar interlocutores políticos o sociales, porque
la sagrada fiesta no debía desacreditarse; es bien probable que las chicas que
lo padecieran optaran por el silencio para no sentirse culpables ante una
sociedad que les iba a reprochar lo que habían bebido y las horas de la noche
en que andaban por la calle.
Lamento, sí, ocupar este espacio con una historia que para
algunos no será más que la repetición de la eterna cantinela. No pretendo
ofrecer un punto de vista original, ya he leído muy atinadas columnas estos
días sobre esta desgraciada sentencia que pudiendo haber sentado un buen
precedente ha supuesto una inmerecida involución. La violación, nos dicen, se produce si
nos agarran del cuello o nos ponen un cuchillo en el pecho, si hay desgarros,
si hay sangre o si hay muerte. Eso es la violencia, así la entiende la ley y
algunos jueces. Lamento no compartir su concepto. Y simplemente deseo unir mi
voz a la de muchas otras y a la de ese tipo de hombres que ha desterrado sus
viejos prejuicios y entiende también qué es agredir, vejar y aterrorizar a una
mujer. Esta semana considero una obligación moral la insistencia. Se trata con
plena conciencia de hacer ruido.
Lo tenemos todo, ¿no? Eso es lo que piensan e insinúan
quienes no llegaron a comprender la importancia del último 8 de marzo, los que fueron
incapaces de empatizar con la emoción de tantas mujeres que salieron a la
calle. Se trataba, y no lo entendieron, de explicarles a las empresas, a la
sociedad, a los educadores, a la prensa, a la justicia que algo debe cambiar
para que las mujeres no tengan miedo y sean protegidas y recompensadas si unos
malos hombres les salen al paso. Lamento decir que tenemos voz para usarla,
para decir, por ejemplo: no fue abuso, fue violación.
Y YO MÁS
Álvaro de Marichalar, el hermano del famoso consorte, demandó en una ocasión a un conocido escritor -no recuerdo si era Pérez-Reverte o quizá Javier Marías-, por haber aireado una "conversación privada" en el vagón de un tren. Dicha conversación, por cierto a grito pelado, fue escuchada por todos lo que compartían el habitáculo con el maleducado susodicho. Supongo que esta majadería no llegaría a nada. Yo, que ni soy famoso ni escritor, tuve que aguantar una de esas conversaciones sentado en el avión que me traía a casa desde Gran Canaria. Mi compañera hablaba por el móvil hasta el último segundo posible, o sea cuando le dijo la azafata: señorita, ¿podría apagar el teléfono?, conversación de la que todos participábamos al 50%, pues afortunadamente a su interlocutor no; supongo que sería su novio porque a) era muy joven, b) se despidió con un y después con múltiples . Aquello, que era para vomitar por el pasteleo almibarado, concluyó después de que ella, o él, se cansaran del , gracias a dios y al "modo avión".
Antes de aterrizar, cuando el piloto anunciaba lo de los cinturones, ella decidió que era el momento de volver a encender el móvil y de enviar a su novio, supongo de nuevo, un mensaje nervioso y muy rápido, entiendo para que él supiera que estábamos a punto de aterrizar y así prepararse en la zona de llegadas. Estos viajes cortos dan para mucho, no cabe duda.
PLENO
Un fin de semana pleno éste: cena el miércoles, ópera el jueves, cine el viernes, ahijados el sábado y enduro el domingo, ¿alguien da más? La ópera fantástica.
sábado, 28 de abril de 2018
¡UNA PASTILLA POR FAVOR!
Vimos anoche la película "Un lugar tranquilo" (Quiet place), película angustiosa por su temática, por su silencio. Hemos visto tanto cine, leído tanta literatura, sobre invasiones extraterrestres de nuestro planeta, que uno se pone tan fácilmente en la piel de los protagonistas que sólo ese hecho ya da miedo. En este caso se parte con una premisa muy ingeniosa, los extraterrestres son ciegos pero tienen un oído muy desarrollado, de manera que la Tierra se vuelve silenciosa. En este nuevo mundo no hay lugar para los errores, se anda descalzo sobre arena, se habla con lenguaje de signos, de da a luz sin gritos... No hay lugar para la depresión, o estás al 100% o se acabó.
Me hizo recordar una entrevista al psiquiatra Rojas Marcos, máxima figura de los hospitales públicos de Nueva York. En la entrevista hablaba de la nueva urgencia del ser humano por ser feliz, la urgencia de alejar rápidamente la tristeza, la pena. Hablaba de la obsesión de tomar pastillas cuando uno pasa por un hecho triste como la muerte de un ser querido; hecho que requiere un tiempo de duelo, de luto, de tristeza. ¿Debemos tomar pastillas para mitigar el dolor? No, el dolor es parte de la vida, como la felicidad. Ahora, si este duelo dura más tiempo de lo normal es señal de un problema, como lo sería si uno no sintiera nada al morirse un ser querido. ¡Una pastilla por favor! parece ser ahora la frase más escuchada ante una muerte. Abusamos de la palabra depresión, se ha convertido en una manera de hablar tan automática que todos pasamos por depresiones constantemente.
Me encuentro triste; estoy deprimido. Hoy estoy más preocupado de lo normal; estoy deprimido. No llego a fin de mes; estoy deprimido. Tengo mucho estrés; estoy deprimido. Siento ansiedad; estoy deprimido. Este año me quedo sin vacaciones; estoy deprimido. He engordado; estoy deprimido. Juventud divino tesoro; estoy deprimido. Y así una y otra vez caemos en la depresión tantas veces como nos da sed o sueño.
Si es verdad que estamos deprimidos, es algo muy serio, no cabe duda. No tenemos ganas de salir, de levantarnos de la cama, de ducharnos, de sociabilizar, de nada. Es un momento muy duro que hay que sobrellevar con ayuda, la que sea, médica, familiar, etc. Si lo que tenemos es otra cosas pues a la carga, a buscar una solución si está en nuestras manos, y si no la está pues a buscar ayuda también. ¿Qué porcentaje de depresiones habrá en el tercer mundo donde no tienen ni para comer? Sólo me pregunto.
lunes, 23 de abril de 2018
DÍA DEL LIBRO
Estamos de aniversario, Cervantes, Sheakspeare y Garcilaso de la Vega, además del Día del Libro, San Jorge, San Jordi, las rosas.
Para celebrarlo un par de libros autorregalados, de los cuales he empezado a leer el primero de la serie del comisario Adamsberg, "El hombre de los círculos azules". ¿El otro?, "Que se levanten los muertos", a su vez también el primero de la serie Los tres evangelistas. Ya ven, este año toca literatura de Fred Vargas.
domingo, 22 de abril de 2018
3 PARA UNA MAÑANA DE DOMINGO
Ben Howard, *Promise.
Dead Can Dance, *The host of Seraphim.
Javier Navarrete, *A tale.
sábado, 21 de abril de 2018
EL ZOO DE JAIME
El joven con autismo que diseñará
tu próxima camiseta
SARA
POLO. Madrid. 21 ABR. 2018 03:01
Jaime no lo sabe, pero a sus 23
años es un cotizado diseñador. Sus dibujos de animales, su forma de comunicarse
con el mundo, están ahora en miles de camisetas. Famosos como Emilio Aragón y
Maribel Verdú lucen prendas con sus estampados y una multinacional textil
quiere incoporarle a su catálogo
Jaime sólo levanta la vista del
papel para mirar de reojo a la cámara que desde hace un buen rato le observa
dibujar. Está en su mundo, uno muy colorido con nubes en forma de menhir y
decenas de animales con nombres exóticos, todos muy ordenaditos en filas y
columnas. Pero esa presencia extraña lo incomoda: «¡¡¡Socorro!!!».
Es la señal, una especie de
contraseña. Hay que dejarlo en paz. Su padre acude y le explica, con mucha
dulzura, que no pasa nada, que sólo le están haciendo unas fotos porque sus
dibujos son muy bonitos. Y lo son: son preciosos. Pero además, son la
única forma que tiene Jaime de comunicarse con el mundo exterior y aspiran
a convertirse en su mejor arma de futuro: estampados en camisetas y sudaderas,
se están convirtiendo en una de las prendas más deseadas del momento. Ya
las lucen famosos como Emilio Aragón y Maribel Verdú, se venden la web de El
Corte Inglés y negocia con una multinacional textil que quiere incorporar sus
dibujos a su catálogo.
Cuando nació, Jaime era un bebé
como cualquier otro, solo que no lloraba. «La gente me decía que menuda
bendición, y yo también pensaba que vaya suerte habíamos tenido. Ahora te diría
que si un bebé no llora es que algo malo le pasa», cuenta Sole. Se le llenan
los ojos de lágrimas cuando recuerda aquel clic: «Teníamos esa comunicación que
tienen los niños muy pequeños con sus mamás, yo le daba de mamar y él me
miraba, me sonreía... Y de repente, cuando iba a cumplir dos años, fue
como si cortaran el cable del teléfono en medio de una llamada».
Casi 12 meses tardaron en
encontrar una respuesta. Tras noches y noches sin dormir observándolo, Sole
y Javier sabían que a su hijo le pasaba algo grave y peregrinaron por consultas
de médicos, psicólogos, logopedas... Y no, Jaime no padecía sordera como
todo el mundo pensaba: tenía autismo. Autismo severo de Kanner, como diagnóstico exacto.
«Fue liberador, por fin teníamos algún arma para ayudarlo y para entenderlo,
pero el autismo es una enfermedad tan misteriosa...», rememora ella. De aquello
han pasado 20 años y las cosas han avanzado mucho, pero el misterio aún no se
ha disipado del todo.
De cómo Jaime, sin saberlo, se
ha convertido en un codiciado diseñador va esta historia, que arranca poco
después de que la palabra autismo entrara en el diccionario familiar de este
piso decimonónico del madrileño barrio de Salamanca en el que entra a raudales
la luz primaveral. De eso y de cómo la genética se empeña en superar cualquier
barrera. El que a lo suyo no sale...
Sole Alonso diseña y confecciona
vestidos de novia; Javier Martínez es arquitecto. En su casa siempre se ha
pintado, pero ahora las tornas han cambiado: «Toda la vida pensando que
íbamos a tener que mantener a Jaime y lo mismo nos acaba manteniendo él a
nosotros».
A Jaime, como a todos, le
encantan los fines de semana. Todas las mañanas se levanta y dice: «Hoy
viernes, mañana sábado». Y punto. Eso significa quedarse en casa y pintar, pintar hasta
caer rendido. En papeles, en cuadernos, hasta en las paredes.
Para evitar males mayores, Sole y Javier han convertido las paredes del pasillo
en una gigantesca pizarra. Allí, a lo grande, ensaya su hijo los diseños
que luego llevará al papel y que terminarán enmarcados en algún rincón,
recogidos en alguno de los múltiples libros que sirven de archivo artístico o,
por qué no, estampados en la camiseta de moda en el Instagram de
algún famoso.
La conversación transcurre
mientras él dibuja y dibuja, ajeno a todo, murmurando, como un mantra, frases
inconexas de El Rey León, su película favorita y motivo de muchas de sus
obras. Sólo ha visto el musical una vez y la emoción fue tal que sus padres
pensaron que le iba a dar algo. Porque Jaime, además de tener autismo, es
epiléptico, como el 20% de quienes padecen un trastorno como el suyo. El año ha
empezado agridulce en casa, con varios ataques pero con un Jaime más
comunicativo que de costumbre, dentro de sus posibilidades. Hace un mes que no
va al centro de día. Todos los días son sábado, así que está tan contento.
Hablamos de él, de cómo su
padre utiliza la lengua de signos para acciones básicas, como trabajar, dibujar
(cómo no), saludar o comer; de cómo a veces se enfurruña y hay que adivinar si
le duele algo o si le apetece un bocata de chorizo; de que a veces le da por
cantar «canciones blanditas», porque es «un cursi»; de que sueña con
Disneyland París pero posiblemente nunca lo visite, demasiadas emociones para
alguien tan sensible; de que uno de los días más felices de su vida lo pasó en
una instalación artística rodeado de luces de colores que le trepaban por el
cuerpo como gusanos, y de cómo volvió a casa y corrió a dibujarlo.
Nosotros hablamos y él dibuja,
ajeno a todo, en su mundo. Pero de repente aparece con unas tijeras en la mano.
A veces colorea con tal intensidad que los rotuladores atraviesan el papel, y
ahí hay dos opciones: si el agujerito es redondo y no queda demasiado mal, pasa
a formar parte de la obra; si no le gusta, hay que parchear. El agujerito de
ahora no le ha gustado a Jaime. «Papá corta», blande las tijeras. En su
mundo, papá es el que recorta y mamá la que lee, y no hay más que hablar.
Así que Javier, con una paciencia infinita, recorta un cuadradito de papel
blanco tras otro hasta que el parche, pegado con celo por detrás del folio, se
adapta al gusto de su hijo. Y es un gusto exigente.
En el riquísimo mundo interior de
Jaime todo tiene un orden. Las cosas son como son y evolucionan, sí, pero
dentro de un orden. En la entrada a casa hay una cebra gigantesca envuelta en
plástico apoyada contra la pared que decorará el enésimo pop up de los últimos
meses. Pues bien, no es una cebra, es LA cebra. De perfil, con su orejita
agachada hacia atrás, sus rayitas blancas y negras que parecen trazadas con
tiralíneas, sus crines rectangulares y su cola en forma de triángulo peludo. La
primera cebra que pintó la tienen sus padres colgada en la habitación.
Efectivamente, no ha cambiado demasiado, es LA cebra, solo que con un
estilo más infantil.
En cambio, los motivos de sus
obras sí han variado porque, aunque ahora se incline hacia el mundo animal, su
primera obsesión iba sobre ruedas. Era aún muy pequeño cuando se acercó por
primera vez a la mesa en la que sus padres dibujaban, cada uno enfrascado en su
propia creación. El niño se sentaba allí, entre los dos, y los observaba con
esa forma de observar que tienen los autistas, con la mirada como vacía pero
tremendamente llena de curiosidad, todo a la vez.
Su madre lo quería entretener y
le pintaba el tren de Dumbo. Su parte favorita llegaba cuando las jirafas
asomaban del vagón, las señalaba y pedía -o exigía- que fueran más altas, o más
esbeltas. «Cuando empezó a hablar un poco me decía: 'Mámá, pinta tren', y
yo le contestaba: 'Píntalo tú'». Y así empezó la relación de Jaime con las
ceras, una época, con los rotuladores otra, incluso con los acrílicos, para
desesperación familiar: «¡Gasta litros y litros de pintura!».
Lo suyo con los animales es
verdadera fascinación porque «interactúan con él a su manera». No le exigen
respuesta ni empatía. Son lo que son, hacen lo que hacen, y ya. Jaime devora
documentales, tiene una colección de National Geographic que desborda
las estanterías, quién sabe si aprendió a leer y a escribir sólo para ser capaz
de buscar nuevas especies en Google, bichos de la Sabana Africana que
nadie conocía en casahasta que él los convirtió en ilustración.
Su primera incursión en el mundo
de la moda no fue tan agradable como cabría esperar. Gajes del oficio, Sole vio
que su hijo hacía unos dibujos «monísimos» y no pudo evitar llevarlos a su
terreno. La familia entera viste casi a diario camisetas y sudaderas
blancas y grises con las ilustraciones de Jaime en el pecho y el nombre
trazado en letras irregulares pero redonditas a la espalda, o viceversa.
El verano pasado se fueron a su
casa de vacaciones, en Sanxenxo, y de repente todo el mundo quería ponerse
«un Jaime». Hubo un gran pedido, hubo gente por las mañanas comprando género y
hubo una primera bajada a una playa plagadita de animales de Jaime. El horror.
«Pobrecito, estaba angustiadísimo porque veía sus dibujos arrugados por el
suelo llenos de arena», se ríe ahora su madre, y se acuerda de su hijo,
desesperado, limpiando camisetas sin entender bien qué estaba pasando allí.
Cada mañana, Jaime despierta con
una agenda que detalla todo lo que va a hacer en el día, para que no haya
sorpresas. Cuando las cosas van pasando, él las dibuja en su agenda, ya sea una
película «de tiros» o una visita a la abuela. Hoy quizá dibuje una cámara, o un
periódico. O quizá un SOS...
OBRAS QUE ME ALIMENTAN
Por obras como ésta sigo manteniendo mi vocación de arquitecto, y cuesta. Se trata del Pabellón portugués de la Expo'98. Sin palabras.
Álvaro Siza.
ALGUNOS AÑOS HA
San Francisco.
Junto con Nueva York, San Francisco es mi ciudad preferida de Estados Unidos, la conozco muy bien y me encanta volver. Tener un amigo íntimo que vive allí y que además es el perfecto anfitrión es un plus, ¿no les parece? Cuento los días para volver.
ISRAEL, 70 AÑOS DE INDEPENDENCIA
La Declaración de independencia de Israel (en hebreo: הכרזת
העצמאות) tuvo lugar
el 14 de mayo de 1948 en
el Museo de Arte de Tel Aviv, en el
número 16 del bulevar Rotchschild, coincidiendo con la finalización legal
del Mandato
Británico de Palestina, la añorada «Tierra de Israel» (Eretz Israel) de los
judíos. La declaración se llevó a cabo tras haberse aprobado un año antes en
la Asamblea
General de las Naciones Unidas el Plan de partición de Palestina en dos
Estados, uno árabe y otro judío, aceptado por la comunidad judía y rechazado
por la comunidad árabe.
La fecha programada por los británicos para la expiración de
su mandato, el día 15 a las cero horas, coincidía con el sabbat, de modo que las autoridades judías
decidieron adelantar la ceremonia oficial a las cuatro de la tarde del viernes
14, ocho horas antes de que el alto comisario Alan Cunningham abandonara el puerto
de Haifa junto con las últimas
autoridades británicas.
La ceremonia fue organizada con prisas y sin boato, en un
modesto salón, bajo un retrato de Theodor Herzl, el fundador del sionismo, flanqueado por dos largas banderas blanquiazules con la estrella de David. Participaron las
autoridades judías, alcaldes, líderes políticos y religiosos, intelectuales y
periodistas que pudieron llegar a Tel Aviv, en total unas 350 personas, ya
que Jerusalén se
encontraba en esos momentos cercada por las tropas profesionales y bien
equipadas de la Legión Árabe transjordana, ya a las
puertas de la Ciudad Vieja,
en el marco de la guerra
civil.
La histórica declaración, de carácter estrictamente laico
pero que establecía un vínculo con la cultura y la historia de los antepasados
judíos, fue leída por David Ben-Gurión y
comenzaba así:
Eretz Israel ha sido la cuna del pueblo judío. Aquí se ha forjado su personalidad espiritual, religiosa y nacional. Aquí ha vivido como pueblo libre y soberano; aquí ha creado una cultura con valores nacionales y universales.
A continuación fue mencionando con rapidez los hitos que
había atravesado el pueblo judío en su historia reciente, recordando el
largo exilio y el
moderno Yishuv, sin olvidarse de evocar a Herzl y a
la Declaración Balfour,
el Holocaustoy el voto favorable de la ONU.
Se afirmaba que el nuevo Estado se basaría en los principios
de libertad, justicia y paz, abierto a la inmigración de todos los judíos del
mundo (reclama la solidaridad de la Diáspora), y garantizando la igualdad de
derechos y libertades para todos sus ciudadanos, sin distinción. Solicitaba
también ser admitido en la ONU e invitaba a los vecinos árabes a convivir en
paz y buena vecindad, con ayuda y cooperación mutua.
Acababa proclamando, «en virtud del derecho natural e
histórico del pueblo judío, así como la resolución de las Naciones Unidas», un
Estado judío en Palestina, que llevará el nombre de «Estado de Israel».
Por medio de la palabra bíblica «Roca de Israel» (Tsur
Israel) para evitar mencionar a Dios en un texto político, la declaración
concluía con estas palabras:
Depositando la confianza en la «Roca de Israel», suscribimos esta declaración en la sesión del Consejo provisional de Pueblo sobre el suelo de la patria, en la ciudad de Tel Aviv, la víspera del shabat, 5 del mes iyar de 5708 (14 de mayo de 1948).
Tras la lectura de la Declaración, hubo todavía tiempo para
derogar las leyes represivas y antiinmigratorias del Gobierno británico
(véase Libro Blanco)
y Ben-Gurión cerró la sesión tras los acordes de Hatikva, el himno nacional del sionismo y
luego de Israel. En total, toda la ceremonia duró 32 minutos.
Con la excepción del mundo araboislámico, la declaración
encontró una respuesta inmediata y universalmente favorable: así, esa misma
noche, once minutos después de que expirase el Mandato
Británico, Estados Unidosreconoció al nuevo Estado de
Israel. La Unión Soviética lo
hizo tres días después. La noche siguiente a la declaración, los ejércitos de cinco
países árabes (Transjordania, Egipto, Siria, Líbano e Irak)
cruzaron la frontera e iniciaron la invasión del antiguo Mandato, dando así
comienzo a la primera
guerra árabe-israelí.
LA TREGUA
Ando con "La tregua", de Mario Benedetti, libro que me llevé anoche al concierto para entretenerme durante el descanso pues no suelo salir a estirar las piernas. Estaba leyendo el capítulo de la cena en casa del Adoquiín y se me saltaban las lágrimas de la risa. Si alguien me vio pensaría ¿quién es ese loco que se ríe solo?
NOCHE DE SENSIBILIDADES
Otra noche de catarsis asistiendo al concierto de la sinfónica de Tenerife, para terminar una semana llena de sobresaltos con final feliz; la vida me da otra tregua, de esto estoy seguro, y más aún al leer lo de la muerte del DJ sueco Avicci, muerto por 26 años por "mala vida" dicen los periódicos. Mala vida llaman a lo que parece estrés, mala vida, descanse en paz. Volviendo al concierto de anoche, magnífico. Presentación del que parece será el nuevo director titular de la Orquesta, Antonio Méndez, estupendo, y Concierto para violonchelo y orquesta nº1 de Haydn interpretado por Pablo Ferrández, un músico de 25 años considerado ya una de las figuras mundiales del violonchelo. Sensibilidad 100%.
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Pablo Ferrández y Zubin Mehta
*Tchaikovsky y Rococo Variationz.
miércoles, 18 de abril de 2018
LOS PERROS DUROS NO BAILAN
Pérez-Reverte: “La gente lleva su biografía en los ojos”
El escritor publica nueva novela, 'Los perros duros no
bailan', y habla de los sentimientos y de su obra.
https://elpais.com/cultura/2018/04/18/actualidad/1524047072_932404.html
Es una novela de acción. Los perros duros no bailan (Alfaguara,
2018) no es (únicamente) lo que parece desde el título, desde la tremenda
portada en la que Negro, el protagonista, presenta su cara y su alma, sus
principios, esa cara que lo dice todo. Es, además, una novela sobre los
hombres, sobre los sentimientos de los perros y de los hombres, pues es un
hombre, Arturo Pérez-Reverte, el que les da
lenguaje y mirada. Mirada: sobre todo mirada. Si escuchan esta entrevista hasta
el final, entenderán que este escritor que está en la actualidad y en la
historia por su verbo directo, casi encarnado, afilado, es también el novelista
que en El pintor de batallas o en El Tango de la Guardia Vieja se ocupa
de los asuntos del alma con la melancolía que alguna vez, también escribiendo
de perros, le hace asomar una lagrimita.
A través de un chat abierto en la web de EL PAÍS hallarán
ustedes además la oportunidad para preguntarle al autor de Los perros
duros no bailan de todo lo perruno y de todo lo humano.
COMPARTIR
Pocas cosas hay más sencillas y placenteras que compartir un agradable almuerzo con una amiga, buena comida y mejor compañía.
lunes, 16 de abril de 2018
SIETE
Interesantísimo ensayo el del teólogo Hans Küns titulado "Siete Papas (experiencia personal y balance de la época". He empezado leyendo la época, corta, de Juan Pablo I y ya he pasado al Papa polaco. Política, finanzas e historia con un pequeño toque de religión.
Como teólogo, sacerdote y autor, Hans Küng ha servido a la Iglesia católica durante toda su vida. En este tiempo ha conocido papados muy distintos. Ahora echa la vista atrás y escribe sobre «sus» siete papas: «experiencias muy individuales que yo personalmente, de forma ya directa, ya indirecta, he vivido con los últimos siete papas». Pero Küng no se limita a elaborar con maestría y soltura el retrato de cada una de estas siete personalidades, pues hace a la vez una valoración crítica de sus respectivos pontificados. La experiencia necesariamente viene iluminada por «conocimientos a menudo no convencionales, pero justificables, de los que me he ido percatando en el curso de mis estudios, prolongados durante años, de la historia de los papas y de la ideología papal». Así, experiencias y conocimientos adquieren en este testigo de su tiempo, observador y actor privilegiado, el rango de un balance de la época que desemboca en una reflexión final: «¿Qué papado tiene futuro?».
domingo, 15 de abril de 2018
LUZ, OSCURIDAD Y VICEVERSA
Win Wenders nos tiene acostumbrados a un cine personal, diferente, nada de "planteamiento, nudo y desenlace", ¿para qué? En esta película no iba a ser de otra manera; un planteamiento sencillo, clásico y convencional: chico conoce a chica. A partir de ahí nos presenta un cocktail difícil de explicar, donde se mezcla la realidad desordenada -como la vida misma- asuntos de ahora y de siempre. Amor, separación, desesperación, terrorismo, espionaje, ciencia, religión, fanatismo, profundidades marinas. Todo contado con un toque de esperanza a pesar de la dura realidad que se nos muestra.
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sábado, 14 de abril de 2018
1990-2018
Andaba yo por aquel 1990 sentado en la terraza del Hotel New Stanley de Nairobi cuando leo en la primara página del periódico local, en grandes letras, IRAK INVADES KUWAIT. Aquella noticia fue el empezar de lo que sería la 1ª Guerra del Golfo. Luego vendría la 2ª, el 11-S, la Primavera Árabe, la guerra de Siria, el Estado Islámico... hasta hoy.
Si en 1990 comenzaba una nueva era en el mundo, a saber qué ocurrirá a partir de hoy cuando los periódicos no hablan de Kuwait sino de Siria. A partir de ahora empezaremos a escuchar, leer, ver o todo junto una retahíla de comentarios, interminables, sobre la decisión de Trump y sus aliados de bombardear Damasco, de dar otra vuelta de tuerca. La política internacional es complicada, difícil, y la bélica supongo que más aún. Pero, ¿puede o debe el mundo seguir impasible antes las barbaridades del sátrapa Bashar al-Ásad? Sólo me lo pregunto porque la Historia se va escribiendo día a día y además televisada en directo.
FANTÁSTICO CONCIERTO
Pues sí, eso mismo, fantástico el concierto de la Sinfónica de Tenerife anoche en el auditorio de Santa Cruz, en esta ocasión la pieza fuerte era el concierto para violín de Sibelius, uno de mis favoritos. La orquesta a la altura a la que nos tiene acostumbrados, magnífica; el director estupendo y la violinista una maravilla. No se puede pedir más.
Después, al salir, pertrechado con un ensayo escrito por "incómodo" teólogo sobre los últimos Papas, me regalé un japonés para cenar antes de volver a casa en moto, adonde llegué finalmente congelado.
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Leonard Bernstein, *Candide Overture.
viernes, 13 de abril de 2018
DELIRIOS DE GRANDEZA
Un amigo los hubiera llamado "desclasados", yo no sabría qué adjetivo utilizar. ¿Qué mueve a una persona a inventarse una vida, unos títulos, que no tiene? Imagino que los complejos, delirios de grandeza o vete tú a saber. Si el asunto Cifuentes no termina nunca hoy escucho en la radio que otro político, esta vez en Galicia, "se equivocó" en su currículum y puso que era ingeniero por error; éste al menos ha tenido la decencia de dimitir. Me apresuro a revisar mi CV por si acaso me equivoqué y dije que tengo los títulos de piano, dirección de orquesta e ingeniero astrofísico, porque al menos el de Arquitectura sí recuerdo haberlo cursado, palabra. No hablamos ya de mentir en los conocimientos de idioma -léase inglésnivelmedio, el segundo idioma más hablado en España-, o en algo tan subjetivo como tener don de gentes, altas capacidades amatorias o para hablar en público, etc. No, hablamos de un título universitario y no precisamente de una universidad en un país donde la legalidad pueda estar en entredicho. Pues aquí tenemos a una Presidenta de Madrid que aporta un máster sin haberlo cursado (presuntamente, por supuesto) en una universidad donde nadie recuerda haberla visto y donde algunos profesores reconocen que su firma ha sido falsificada y también a un fantasma del PP que confunde Harvad con Aravaca, sólo para empezar a hablar. Pues a mi me pidieron entregar mi título universitario para poder empezar a trabajar, ¡y lo entregué!
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