¿CÓMO PODEMOS?


El drama de los ancianos abandonados por sus familias en un hospital
La falta de espacio o el exceso de trabajo son algunas de las excusas que ponen quienes no quieren recoger a sus mayores una vez dados de alta.
Santa Cruz de Tenerife 31 MAR 2018 - 09:58 CEST
https://politica.elpais.com/politica/2018/03/26/diario_de_espana/1522092904_996135.html

Algunos alegan que la casa en la que viven es pequeña. Otros, que tienen mucho trabajo y nada de tiempo. Y algunos ni siquiera se molestan en poner una excusa: directamente no responden a las llamadas. La sala de Urgencias del Hospital General de La Palma se ha convertido en un lugar utilizado por familiares que abandonan a sus mayores cuando les resultan un estorbo en casa. Allí los dejan para no volver a por ellos. En el centro hay ahora cuatro ancianos en esa situación, aunque la media habitual oscila entre los 10 y 20.

El modus operandi se repite la mayoría de las veces. Un día aparecen por el hospital con el anciano por alguna patología aguda que este ha sufrido, desde un ictus a una insuficiencia cardíaca. Durante el proceso de curación, el personal del centro se da cuenta de que los familiares no vienen a visitarlo, o que lo hacen muy poco. La confirmación de las sospechas de que ha sido abandonado se produce cuando días o semanas después le dan el alta médica y administrativa al paciente y nadie viene a recogerlo.

“Hay gente que no puede hacerse cargo de ellos porque también son dependientes, pero otros casos son sangrantes”, se queja el gerente del centro y de los Servicios Sanitarios de La Palma, José Izquierdo, quien ha visto cómo el hospital que dirige ha sido noticia en varios medios de comunicación por esta situación, aunque aclara “que no solo se da aquí sino en todos los hospitales de Canarias y de España, porque la población de nuestro país es cada vez más mayor”. Explica que ha denunciado ante la Fiscalía algunos de los casos para su tramitación como delito de abandono. Sin embargo, el éxito ha sido escaso, “tanto porque esa figura penal no está muy bien regulada como porque tampoco se puede hablar propiamente de que se dé en estos supuestos, al estar el mayor siendo atendido en un centro hospitalario”, apunta.

Comienza entonces el proceso de búsqueda de una plaza en un centro sociosanitario, labor en la que el Gobierno de Canarias, el Cabildo insular y los ayuntamientos palmeros trabajan en conjunto. Con una población cada vez más envejecida en la isla y un número de plazas limitadas a unas 300, el proceso puede prolongarse desde unos meses hasta casi un año. En no pocas ocasiones, además, las familias que los han abandonado, al haber obtenido previamente la declaración de incapacidad de los ancianos, se quedan disfrutando de su pensión y sus propiedades, mientras las entidades públicas afrontan el coste de la plaza sociosanitaria de estos, que asciende a unos 3.000 euros mensuales cada una. Por eso, Izquierdo reclama una mejor regulación que obligue a devolver al mayor aquello que le pertenecía en caso de que sus familiares no se comprometan a atenderlo.

En lo que se prolonga ese periodo hasta su reubicación, el funcionamiento normal del hospital se ve alterado. Operaciones que han de ser pospuestas por falta de camas —ocupadas por los ancianos— y aumento de las listas de espera son las principales consecuencias. “Tenemos que hacer equilibrios constantes”, añade el gerente.

Pese a todo, esta semana es “de bonanza” en el centro, indica Izquierdo. Solo cuatro ancianos frente a los 12 que atendían hace solo unos días atrás, cifra bastante más cercana a la habitual durante todo el año, que ronda el 10 por ciento de las 200 camas con las que cuenta el Hospital General de La Palma. Los mayores abandonados aquí suelen tener entre 70 y 85 años. Uno de ellos, de 87, lleva internado desde mayo de 2017, cuando entró por Urgencias por un problema de salud puntual ya resuelto. Es una persona con autonomía que solo necesita de alguien que le recuerde tomar la medicación a su hora y le ayude a preparar la comida. Se sincera con una empleada del centro (que prefiere guardar el anonimato) a la que cuenta que no entiende por qué sus hijos no lo vienen a buscar. “Dice que no entiende lo que pasa. Que trabajó toda la vida y que tiene su casa. Llora mucho. Y lo que pide es que le saquen del hospital porque es un ‘sitio feo’ en el que ve mucha gente ‘que se va, que se muere’ ”.

¡MAGNÍFICA!


Mary Cassatt, la impresionista olvidada
Una exposición en París reivindica a la pintora de mujeres cotidianas, una de las responsables de introducir el movimiento pictórico en Estados Unidos.



Niña en un sillón azul, óleo de 1878. Collection of Mr. and Mrs. Paul Mellon
Desayuno en la cama.

RELATIVO A LA CRÍTICA

No entiendo el papel de un crítico, ni lo entiendo ni me gusta. ¡Qué fácil es sentarse a criticar el trabajo de los demás! Más aún cuando uno no lo ejerce también. En España, donde somos todos entrenadores de fútbol, arquitectos, decoradores... nuestro deporte nacional es poner verdes a los demás, ya sea por a) envidia, b) celos, c) ignorancia, y así podríamos estar con todas las letras del abecedario. Un ejemplo lo tenemos en las críticas que para EL PAÍS escribe Carlos Boyero. Para él sólo existen dos tipos de películas, las que le gustan -léase obras maestras, imprescindibles, joyas, etc.- y las que detesta -aburridas, cansinas, vacías, lentorras, tediosas, repetitivas-. Claro que lo bueno que tiene una crítica de cine, ya que hablamos de ello, es que la lees, la olvidas, te acercas a la taquilla del cine y comprar la entrada de la película que te da la gana. Reconozco que en algunas ocasiones puedo llegar a estar de acuerdo con él, pero esto no le da el poder de menospreciar el trabajo de los demás. La última película que ha puesto a bajar de un burro es "Raeady, Player, One", la cual veré nada más la estrenen.

jueves, 29 de marzo de 2018

COMO VINO SE FUE

Casi se ha ido la calima, esta vez ha durado poco, menos mal. Para los alérgicos al polvo este aire caliente que nos viene de África es realmente desagradable, además de dejarlo todo del mismo color grisáceo, desagradable. Hoy está ya un poco mejor, algo es algo.

lunes, 26 de marzo de 2018

HUMOR PATRIO

Puigdemont detenido y a los 5 minutos el Whassap hierve con chistes sobre el susodicho. Vaya una capacidad la de los españoles para reírnos hasta de nuestra sombra.




sábado, 24 de marzo de 2018

OH MY GOD!

Vi anoche una película para la que no encuentro palabras, aunque se me ocurren, eso sí, muchos adjetivos para calificarla. El argumento es simple: un padre cae en una gran depresión cuando secuestran y asesinan a su hija pequeña. Cine negro, de terror... no, un dramón pretencioso y proselitista que describe el encuentro entre el susodicho deprimido y los otros tres personajes de la trama, a saber La Santísima Trinidad, tal cual, con un mensaje claro, si te alejas de Dios dejas que el mal entre en el mundo. Sin palabras. ¿El título? ah, "La Cabaña".

ABURRIMIENTO OCCIDENTAL

Como si no hubiera un mañana, o cosas más importantes por la que preocuparse, acostumbrados a la displicencia como nuestro mundo lo ve todo, leo en el periódico una estupidez llamada "síndrome del ocaso"; en fin...
Voy a ponerme a trabajar un rato durante la mañana, quiero terminar, o intentarlo al menos, una rehabilitación en la que ando metido. El día está feo, gris, aunque puedo ver ahora, a través del sucio cristal del despacho de mi casa, un pequeño retazo de cielo azul entre las nubes.

ASÍ FUERON

Así hubieras visto el Partenón (y otros seis monumentos famosos) de haber hecho turismo hace 2.500 años
Conocer monumentos de la Antigüedad es una gran excusa viajera. Pero, ¿imaginas si pudieras verlos tal cual eran? Una recreación digital nos permite comparar ahora lo que vemos con lo que fue.
https://elpais.com/elpais/2018/03/22/paco_nadal/1521736953_217603.html







jueves, 22 de marzo de 2018

MUNDO CRETINO

Muy entretenido está el mundo, los periodistas deben estar de enhorabuena. Trump arremete contra China con sus aranceles, Turull -ahora presunto malversador millonario- sigue con el esperpento, Cifuentes que no quiere publicar su trabajo fin de máster, el PP madrileño que evita que se den explicaciones, la dichosa universidad Rey Juan C-¡menuda joya!, Angola que se queda sin que la visite Rajoy... ¿alguien da más?
Entre todo esto, lo fría que está mi casa y mi vuelta al trabajo que ha sido como colgarme un yunque de collar, estoy ya sin fuerzas. Lo único destacable ha sido la tarde de ayer que con algo tan sencillo como tomarme una coca-cola con una amiga en el Ateneo de La Laguna pude evadirme un rato de este reino mío que sí es de este mundo.
Por cierto, una vez terminado "Que nadie duerma", sigo con "La tregua" y empiezo "La mujer del camarote 10". Cicerón estaría feliz en mi casa ahora que le están saliendo las flores a mi árbol rojo.

lunes, 19 de marzo de 2018

NESSUN DORMA, UNA CRÓNICA SUECA

Kiruna y el Círculo Polar Ártico.

Si Philip Roth fue mi acompañante viajero en Nueva Zelanda mientras leía "La conjura contra América", en esta ocasión ha sido "Que nadie duerma", de Juan José Millás, la novela que quedaré unida a estas increíbles vacaciones en Laponia. Durante la preparación del equipaje escogí dos libros esta vez, no muy extensos, que parecían idóneos para disfrutarlos en los vuelos, éste y "La tregua" de Benedetti. Finalmente empecé con uno al sentarme en el trayecto a Estocolmo, "Que nadie duerma" y lo terminé durante el regreso en un avión prácticamente vacío. ¡Quién iba a decirme que en el plazo de dos meses volvería a Suecia! El reclamo fue claro, un simple comentario que nos hace una pareja amiga durante una cena en casa: estamos pensando en ir a ver las auroras boreales en marzo, y es barato. Ante esta frase, ¿quién podría resistirse? Y así empezó todo.
Cuatro salimos, cuatro volvimos.
Escucho Turandot mientras escribo esta pequeña crónica viajera recordando cómo tuve que meter ropa de mucho abrigo en una única maleta porque el billete de Ryanair a Skavsta, al sur de Estocolmo, era con equipaje de mano únicamente; bueno, dejaban una pequeña bolsa de mano, de manera que compré una mierdimochila que resultó ser un éxito, una mezcla entre bolso de Mary Poppins y Hermione Granger: iPad, libros, cleenex, pasaporte, cables, auriculares... Claro que en el avión uno va disfrazado de cebolla, todo encima, botas y chaquetón incluidos, y eso ayuda. Finalmente cupo todo en la maleta, asombroso. 
Estocolmo me gusta, mucho, a pesar del frío invernal. Poco puedo decir después de haber disfrutado de un intenso fin de semana largo en enero y ahora, con más frío si cabe, nevada incluida para empezar este viaje, con paseos largos por la ciudad, biblioteca y grandes almacenes incluidos. Por cierto, en NK estuvimos un buen rato en la planta de los muebles, estupenda, qué gusto tienen los nórdicos para el diseño. Lámparas, menaje, muebles y hasta velas con olores indescriptibles.
Si bien nuestra intención era sólo hacer noche allí y volar a Kiruna al día siguiente, Norwegian se encargó por sí sola de trastocarnos los planes al anular el vuelo al norte, con unas horas de antelación, de manera que pasamos los primeros días en la ciudad, volamos a Kiruna y regresamos de nuevo a Estocolmo en tren para coger el vuelo de regreso a casa. Qué placer pasear por una ciudad con buena compañía, risas, comentarios ingeniosos y excelente comida (habíamos reservado desde aquí en el restaurante Slingerbulten, en Gamla Stan, para darnos la bienvenida, acertando de pleno). Ni siquiera el Whassap logró que abandonase el modo OFF, conectado en mi cabeza al despegar del aeropuerto de Gran Canaria.
Cenamos la noche siguiente en un restaurante recomendado por la "prima sueca", frecuentado por periodistas, donde brindamos con champán y disfrutamos de una más que agradable conversación. Un encuentro muy entrañable.
En esta ocasión el tiempo ayudó poco, el cielo se mantuvo gris durante toda nuestra estancia en la capital, nevando el último día. Aún así aprovechamos el tiempo para dar un garbeo por la zona comercial, atravesar la ciudad en dirección al Museo Vasa ellos, nosotros al de Arte Moderno -edificio de Rafael Moneo-, con obras de uno de mis pintores favoritos, Francis Bacon; crucero mañanero entre las islas, Gamla Stan, y de postre un rato de descanso en el interior de la Biblioteca de Asplund. 
Varias vistas de Estocolmo.
La magnífica Biblioteca de Asplund (1928).

Dormir, dormir, dormí poco, amanecía demasiado temprano y con tan pocas horas de luz a uno no le apetece correr las cortinas de la habitación, de manera que antes de las 6 de la mañana estaba yo leyendo el periódico en la cama. En Kiruna amanecía aún más temprano por lo que continué  mi vigilia, leyendo o disfrutando del paisaje. Durante nuestra vuelta en tren de Kiruna a Estocolmo pasó lo mismo, unido a que las literas del coche-cama eran tan pequeñas que temía caerme al darme la vuelta. Aún así, durmiendo tan poco, los sentidos se agudizan durante los días tan intensos llenos de novedades y de emociones que ya recuperaré las horas de sueño aquí, ¿o no? Pavarotti me recordaba continuamente, cada mañana al despertar, nessun dorma.
Volando hacia Kiruna desde Estocolmo.

Así pasaron los fríos y animados días en Estocolmo hasta que, esta vez desde el aeropuerto de Arlanda, tomamos un vuelo hasta Kiruna donde nos esperaba nuestra estancia en Camp Alta. Un vuelo corto, agradable, sobre un paisaje completamente helado, nos anunciaba lo que nos íbamos a encontrar en nuestro destino. Desde el pequeño aeropuerto nos dirigimos en autobús hasta el centro de la ciudad ubicada junto a la mina de hierro más grande que existe (en la foto puede comprobarse su tamaño al compararla con el área residencial a su derecha). Nuestro campamento, junto al lago Altajarvi, completamente congelado, se encontraba a unos 13 kilómetros al E de Kiruna.
La mina, Kiruna y, a la derecha, el campamento Camp Alta.
Nuestra cabaña con el lago al fondo.
Camp Alta.

Desde nuestra cabaña, algo más aisladas, salíamos por las noches vestidos de una mezcla entre esquimales y astronautas, para adentrarnos en el helado lago a contemplar las auroras boreales en silencio absoluto, roto por nuestros gritos de emoción. La primera noche, una vez instalados en nuestra casa, nos recogieron para comenzar con el esperado paseo en trineo tirado por huskies. El guía nos explicó que los perros disfrutan con estas excursiones, que esperan emocionados aullando de excitación, que lo llevan en los genes. Los perros, absolutamente amigables, se dejaban acariciar a riesgo de que se nos congelaran las manos al quitarnos los guantes, pues la temperatura rondaba los -25°, terrible. Y parece que las excursiones se cancelan ¡a partir de los -40°!, por los turistas, claro, los perros felices. Nos contaba Marcos, nuestro guía que resultó ser madrileño con novia sueca, que en verano los perros salen de paseo sólo si hay menos de 11°, el resto de los días permanecen en el campamento resguardados del calor. Vaya una moda la de tener huskies en lugares cálidos, pobres perros.

El silencio total nos rodeaba mientras atravesábamos el bosque o algún lago sin árboles, sólo roto por el sonido del arrastre de los patines del trineo o los aullidos de los perros. Al pararnos en medio de toda aquella naturaleza apabullante y blanca, aún de noche cerrada, iluminada por la linterna frontal del guía y las estrellas, disfrutamos dentro de un tipi donde se encendió una hoguera para calentar la sopa de champiñones con la que entramos en calor por un rato. Nuestras manos congeladas, desnudas por un momento para acariciar a los cariñosos perros, fueron recuperándose poco a poco hasta que volvimos a sentarnos en el trineo y emprender el camino de vuelta al campamento. 
Photo by Mia Stålnacke

Marcos tenía preparada la sorpresa de la travesía al apagar su frontal justo en medio del lago que atravesábamos, encontrándonos bajo la majestuosa aurora boreal que ocupaba gran parte del cielo. De las fotos que el más valiente de nosotros logró tomar no salió ninguna decente, no sé si por la pobre óptica de la cámara del móvil o por el torpe manejo de la GoPro con las manoplas, de manera que las imágenes se quedaron en nuestra retina sin poder compartirlas. Buscando en Google encontré esta foto de Mia Stålnacke que me atrevo a compartir para que se hagan una idea aproximada. La primera noche un éxito absoluto, trineo, perros y aurora sobre nuestras cabezas, simplemente fantástica.
Camp Alta desde el interior.
Camp Alta desde el lago.

Llegamos a nuestra cabaña bastante entrada la noche, medio congelados, sin parar de hablar y comentar lo que había sido el paseo, la experiencia en el trineo, los huskies, las auroras, el frío... Nos esperaban las motos de nieve al día siguiente, temprano, nos recogerían a las 9 para, una vez pertrechados de nuevo de nuestra ropa de astronautas esquimales, montarnos en las snowmobiles para ir hasta el Ice Hotel donde pasamos la mañana, almorzamos en el buffet del hotel y recorrimos las habitaciones. Allí nos decían que la gente dormía en aquellas habitaciones a -5°, pero la verdad yo no lo entiendo. Sí, todo muy espectacular, diferente, puro arte, pero ¿para dormir a esa temperatua? No way! 


Kiruna Icehotel.

Esquí de fondo, paseos nocturnos hasta adentrarnos en el lago para volver a ver las auroras al caer la noche, ducha caliente y reparadora, risas... Se terminaba nuestra aventura polar y teníamos que regresar a Estocolmo, esta vez en tren, coche-cama con litera triple.


Antes de la salida del tren nos dimos el último paseo por Kiruna, almorzamos, visitamos la iglesia y caminamos un par de kilómetros hasta la estación para aguardar hasta que llegara nuestro transporte; nos quedaban por delante casi 15 horas de viaje, aunque como casi todo el recorrido fue de noche resultó muy agradable; no hay mejor somnífero que el chacachá del tren, que diría Mocedades. Así, saliendo de Upsala, la penúltima estación, recogimos de nuevo el equipaje para bajarnos en la estación central de autobuses, de nuevo en Estocolmo. Frío pero sin nevar, aprovechamos un buen rato para desayunar sin prisas antes de volver a la zona de los autobuses para encaminarnos hacia el aeropuerto de Skavsta desde donde volveríamos a despegar hacia Gran Canaria en un avión prácticamente vacío.

Sobrevolando el cielo sueco en nuestro vuelo de regreso.

El viaje se acababa y con él mis vacaciones. Hora era ya de regresar a Tenerife, poner mi cerebro en modo ON e intentar que la vida no me devore (¿no es esto lo que queremos todos?). Sentado en el Binter, sin botas después de una semana, con el Teide al fondo, orgulloso de su cima nevada, repasaba mentalmente todo lo que nos había ocurrido esta última semana. Atrás quedaba aquella conversación frente a la chimenea donde nos preguntábamos cuál había sido nuestro mejor viaje hasta ahora. Difícil respuesta, muy difícil. Nadie supo decantarse por uno o por otro, aunque todos coincidimos en que Kiruna estaba, sin duda, entre los primeros (si no el primero).
 Volando de Gran Canaria a Tenerife.

PD. Hablaba por Whasaap con una compañera de trabajo anoche y le decía al despedirme: espero no haberme perdido nada aquí. O mejor, ¡espero habérmelo perdido todo!
Turandot, Puccini. *Nesun Dorma.